El Monasterio de Santa María de Meira (provincia de Lugo) no es de los más conocidos de Galicia a pesar de su valor. Fue un cenobio fundado por los condes de Sarria en la quinta década del siglo XII en un territorio virgen, como era preceptivo, cerca de las fuentes del Miño.
La iglesia
La iglesia abacial de Meira es el clásico templo románico cisterciense de gran sobriedad a la par que gran monumentalidad. Posee la traza habitual de la arquitectura cisterciense, aunque en este caso se aprecia un apego mayor a las formas románicas que otras iglesias más evolucionadas. Tal extremo se observa en los abovedamientos de la nave central mediante medio cañón apuntado y las laterales con bóveda de arista.
Exteriormente, su aspecto es de gran horizontalidad, algo que suele ser común en las iglesias cistercienses, debido a la gran longitud del cuerpo de la iglesia y en ocasiones a que los muros suelen estar algo clavados o rehundidos respecto al suelo circundante. Pero al entrar en el templo, esta sensación desaparece, puesto que, aunque en absoluto estos templos tienen la verticalidad de las iglesias románicas de peregrinación, como Compostela o las catedrales góticas, su altura es considerable y su fraccionamiento en tres naves la hace más esbeltas.
Estas naves se separan mediante arcos formeros apuntados que apoyan sobre gruesos pilares prismáticos con tres semicolumnas (que soportan los formeros y los fajones de las naves laterales). Los fajones de la nave central apoyan en columnas de fustes truncados que no llegan hasta el suelo.
Los ventanales de iluminación de la nave central se horadaron en el arranque de la bóveda de medio cañón apuntado.
Se aprecia también una cierta irregularidad en el aparejo de la sillería y sillarejo de las distintas partes de la iglesia, con relación a lo que es habitual, es decir, sillería perfectamente cortada y escuadrada.
Todo el conjunto trasmite una sensación de sobriedad y desnudez extrema.
Santa María de Meira muestra en su fachada occidental unas correctas formas del románico monacal cisterciense, con sus característicos estribos alineados a los soportes de las naves, un gran rosetón y una puerta de arquivoltas de medio punto más tímpano sin esculpir y tres parejas de columnillas de fino fuste y cestas vegetales.
La puerta septentrional es bastante más sencilla, constituida por dos arquivoltas de bocel, tímpano liso y dos parejas de columnas cuyos capiteles apenas esbozan unas ciertas formas vegetales.
Del resto de dependencias monásticas originales no se conservan actualmente más que ciertos restos como algún muro del que fuera claustro renacentista.
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