viernes, 2 de agosto de 2013

Monasterio de Pedralbes. Cataluña


Introducción

Situado en la parte alta de la ciudad de Barcelona, concretamente en el entorno del exclusivo barrio de su mismo nombre, el Real Monasterio de Santa María de Pedralbes se presenta como uno de los conjuntos monumentales más destacados del gótico catalán, habiendo sido, igualmente, uno de los centros de poder más relevantes de la Baja Edad Media en Cataluña.

El Monasterio de Pedralbes, del que ha llegado a nuestros días la iglesia, el claustro y varias de sus dependencias anejas, fue declarado Monumento Histórico Artístico en el verano de 1931, habiendo desempeñado desde entonces numerosas funciones, la última de ellas sede de una de las secciones del Museu d´Historia de la Ciutat de Barcelona (MUHBA).

Breve aproximación histórica

La historia del Real Monasterio de Pedralbes va íntimamente ligada a la figura de Elisenda de Moncada, cuarta y última esposa de Jaime II el Justo, Rey de Aragón y conde de Barcelona entre 1291 y 1327.

Elisenda de Moncada manifestó la intención de instaurar en la Ciudad Condal una comunidad religiosa con el fin de ingresar en ella una vez enviudase de su esposo, treinta años mayor que él.

Así, tras obtener la licencia papal por parte del pontífice Juan XXII, la reina consorte, tras adquirir en 1326 por cuenta propia unos terrenos en la zona de Pedralbes, mandó levantar el monasterio, el cual, sería fundado mediante una misa solemne el 3 de mayo de 1327.

Desde el primer momento, merced a su patrocinio real, el monasterio, que alberga una comunidad de religiosas Clarisas, fue beneficiario de numerosas donaciones, constituyéndose así como uno de los cenobios más poderosos de Cataluña y el predilecto de la nobleza a la hora de enviar a sus hijas tomar hábitos, circunstancia ésta que le permitió, si cabe, acumular más poder en forma de riquezas y heredades.

A la muerte del rey Jaime II, tal y como tenía previsto, Elisenda de Moncada se retiró al monasterio, en el cual, había mandado erigir un pequeño palacete para su uso y disfrute, un palacio éste que, tal y como dictaba su testamento, había de ser derribado tras su fallecimiento, el cual se produjo en 1364.

 Tal fue la atención que la reina consorte dispuso sobre el  Monasterio de Pedralbes que, entre otros privilegios, encomendó su protección al llamado “Consejo de Ciento” (Consell de Cent), una institución de autogobierno que rigió Barcelona entre los siglo XIII y XVIII y que, por ejemplo, en el siglo XII, auspició a la comunidad religiosa clarisa durante la Guerra dels Segadors, siendo albergadas sus religiosas durante esos años en la residencia del Marques de Aitana.

Ya en el siglo XIX, pese a que puntuales revueltas obligaron a dispersar la comunidad en ciertos momentos, el Monasterio de Pedralbes apenas acusó el devastador efecto patrimonial que causó la Desamortización de Mendizábal, circunstancia que ha permitido su magnífica conservación en la actualidad.

Ya en fechas recientes, tras desempeñar distintas funciones y albergar varias instituciones públicas y privadas (entre ellas, parte de la Colección Thyssen-Bornemisza), en la actualidad acoge una de las sedes del Museu d´Historia de la Ciutat de Barcelona (MUHBA).

El Monasterio

El actual conjunto monumental de Pedralbes, delimitado en origen por una muralla de la que apenas se conservan restos de una puerta, lo conforman la iglesia monacal, el claustro con sus dependencias anejas, la célebre capilla de Sant Miguel con su repertorio pictórico obra de Ferrer Bassa y, en las proximidades, un edificio recientemente rehabilitado conocido como “El Conventet”, que, en origen, acogía a los frailes encargados de atender espiritualmente a la comunidad clarisa.

La iglesia

La iglesia monacal, de notables proporciones y enorme armonía de líneas, presenta una única y diáfana nave de siete tramos cubiertos con bóvedas de crucería cuatripartitas que, sin solución de continuidad, desemboca en una cabecera heptagonal muy luminosa merced a los amplios vanos ojivales con vidrieras que presiden su cuerpo alto.

A cada uno de los costados de la nave principal abren varias capillas laterales que, como es prototípico en la arquitectura gótica mediterránea, se habilitan aprovechando los espacios entre los contrafuertes.

Los últimos tramos de la nave hacia los pies, donde destaca un espléndido rosetón, quedan ocupados por un coro alto arquitectónico que aprovecha la propia irregularidad del terreno sobre el que se asienta la fábrica.

Al costado sur de la iglesia, coincidente con el cuarto tramo de la nave, abre una elegante portada de arquivoltas apuntadas y coronadas por un gablete de tracería que enmarca rosetas y motivos heráldicos. Junto a ella, se eleva una torre-campanario octogonal de cinco cuerpos superpuestos, también típicamente mediterránea.

El claustro

El claustro, contemporáneo a la fundación del cenobio, se acomoda al norte de la iglesia, presentando una planimetría prácticamente cuadrangular de unos 40 por 40 metros.

Contaba, en origen, con dos pisos abiertos al jardín central mediante arcos apuntados apeados sobre pares de columnas muy estilizadas y rematadas en esquemáticos capiteles vegetales y motivos heráldicos de la Corona de Aragón y de la Casa de Moncada.

En fechas más modernas sería añadido el tercer y último piso, abierto en forma de balconada arquitrabada sobre columnas cilíndricas. Muy llamativo es el hecho de que, aprovechando el espacio central ajardinado, haya sido habilitado un interesante huerto de plantas medicinales, algo que, durante la Edad Media, no era en absoluto ajeno a los monasterios europeos.

En una segunda fase constructiva, quizás ya entrado el siglo XV, serían levantados en torno al claustro el resto equipamientos monásticos básicos, como el refectorio, con su bóveda de cañón apuntada reforzada por fajones; o la capitular, abierta a la crujía claustral mediante un amplio vano de medio punto doblado flanqueado por dos apuntados. Conserva igualmente el Monasterio de Pedralbes, aneja al refectorio, su antigua cocina.

Entre los numerosos enterramientos que jalonan las galerías del claustro, quizás una de las piezas más interesantes de todo el conjunto de Pedralbes sea el monumento funerario de su fundadora, Elisenda de Moncada, el cual presenta la peculiaridad de habilitarse entre el muro que separa la iglesia del claustro, siendo visible desde ambas estancias.

Erigido poco antes de su muerte según reza su testamento, el monumento, al ser bifronte permite, como decíamos anteriormente, ser contemplado tanto desde la iglesia como desde el claustro, pudiendo apreciarse a la reina consorte Elisenda, según el punto de vista, en su doble faceta: como reina para el asistente a la iglesia, y como religiosa para la comunidad monacal que la observase desde las restringidas galerías clausúrales, solo accesible entonces a las monjas de clausura.

La capilla de Sant Miguel

De gran relevancia artística es la capilla de Sant Miguel, accesible desde el claustro y que ocupa un espacio irregular de apenas veinte metros cuadrados al haber sido levantada entre dos contrafuertes del ábside de la iglesia monacal y la propia crujía claustral norte.

Concebida como capilla de oración particular de Sor Francesca de Saportella i Pinós, sobrina de la reina Elisenda de Moncada y segunda abadesa del monasterio a la muerte de ésta, su decoración fue encomendada a Ferrer Bassa, sin duda, el pintor catalán más relevante del momento y a quien se le debe el honor de haber introducido en la Península Ibérica los nuevos gustos de la pintura gótica trecentista italiana, que tiene a Simone Martín y a los hermanos Lorenzetti como principales figuras.

El trabajo pictórico de Ferrer Bassa en la capilla de Sant Miguel de Pedralbes fue realizado en 1436, habiéndose conservado, incluso, el propio contrato entre el artista y abadesa, en el cual, queda especificado hasta el más mínimo detalle: desde la propia técnica a emplear, hasta el programa iconográfico a representar.

Las pinturas, perfectamente adaptadas al espacio disponible, presentan dos registros en altura, desarrollándose en el superior las escenas correspondiente Ciclo de la Pasión  y Muerte de Jesucristo, mientras que en el inferior, de acuerdo con el contrato, fueron plasmados en otras tantas composiciones, los pasajes de los Siete Gozos de la Virgen María.

El programa iconográfico se completa, en la pared opuesta, con escenas del Juicio Final, del Cordero Místico, las representaciones de las virtudes de la caridad y la castidad, así como varias efigies de santos, entre ellas, las de San Francisco y Santa Clara.

Como nota curiosa, llama la atención el magnifico estado de conservación del conjunto pictórico, circunstancia que se debe a que, durante siglos, el pequeño habitáculo fue empleado por la comunidad religiosa para guardar ropa, lo que mantuvo a las pinturas libres de las agresiones de la luz y de la humedad.

El Conventet

Se conoce con el popular nombre de “El Conventet” a un pequeño edificio situado a pocos metros del recinto monacal principal que, antiguamente, albergaba una pequeña comunidad de frailes encargados de asistir espiritualmente a las clarisas de Pedralbes.

Construido en el año 1329, sufrió, como tantas construcciones religiosas de la Península Ibérica, los estragos de la Desamortización de Mendizábal en 1836, quedando abandonado y en un estado de semirruina de la que tan solo se salvaría, en parte, su pequeño patio interior de estilo gótico.

En 1920, tras pasar a manos privadas, concretamente a la familia Godia, le fueron encomendadas las obras de rehabilitación del “Conventet” al arquitecto Enric Sagnier i Villavechia, quien aprovechó varias piezas románicas originales procedentes de la desaparecida iglesia gerundense de Santa María de Besalú para plantear un proyecto de tipo historicista, muy de moda durante los primeros años del siglo XX.

Entre las piezas románicas reaprovechadas, destacan el magnífico tímpano de la portada principal, los capiteles que sostienen las galerías del segundo piso, así como los ventanales de la planta baja. Otros elementos originarios de Santa María de Besalú se custodian en la actualidad en el Museu Nacional dÁrt de Catalunya (MNAC).

 

(Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGIAS:


José Manuel Tomé)

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