viernes, 30 de agosto de 2013

Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Cantabria


El Monasterio de Santo Toribio de Liébana es un cenobio cántabro antiquísimo, cuyos orígenes se remontan a época visigoda (siglo VI).

Santo Toribio fue después importante monasterio ya en época del Reino de Asturias con el nombre primero de San Martín de Turieno o Tours y en el siglo VIII, Beato de Liébana, abad de este monasterio, escribió los trascendentales “Comentarios al Apocalipsis”.

La iglesia monasterial de Santo Toribio de Liébana que actualmente vemos debió sustituir a otra románica del siglo XII, y ésta, a su vez, a otra anterior prerrománica.

En 1256 se decide levantar el actual templo de un gótico incipiente que más bien muestra características cistercienses evolucionadas.

Tiene tres naves y cabecera formada por tres ábsides poligonales. Dos puertas de tradición románica arcaizante (la principal y la del Perdón) se abren en el muro meridional, que aunque suele decirse que pertenecen a la iglesia anterior románica bien pudiera pertenecer a esta nueva campaña del XIII, pues la tradición románica pereciste a lo largo de todo este siglo.


Además los motivos de los capiteles son más bien góticos.

La iglesia tiene tres naves con bóveda de crucería y cabecera de tres ábsides poligonales.

En el hastial se levanta una torre prismática y de los añadidos posteriores queda el claustro construido en 1669.

En el interior de la iglesia puede verse la estatua yacente, en madera policromada, de Santo Toribio y el “Lignum Crucis”, el mayor fragmento conservado de la Cruz de Cristo, que fue traído de Tierra Santa en el siglo V por Santo Toribio, obispo de Astorga. Actualmente está incrustada en una cruz de plata dorada del siglo XVI.

jueves, 22 de agosto de 2013

Monasterio de Santa María de Valdedió. Asturias











Para ir a esta “Valle de Dios” situado en el valle de Bordes, no es necesario alejarse mucho de Villaviciosa, pues se encuentra a no más de 10 Km. en carretera.

El Monasterio cisterciense de Santa María de Valdediós visualiza la evolución arquitectónica medieval sufrida en tres siglos, los que van de finales del IX en que se construye el Conventín prerrománico de San Salvador de Valdediós y comienzos del XIII en que se edifica Santa María.

Santa María se muestra como un monumental y austero edificio de tres amplias naves y poderosa cabecera triabsidal articulada por columnas y ventanas de medio punto.

La puerta occidental de la iglesia es un ejemplar imponente por sus grandes dimensiones y profusión decorativa.

sábado, 17 de agosto de 2013

Monasterio de Santa María de Meira. Galicia



 

El Monasterio de Santa María de Meira (provincia de Lugo) no es de los más conocidos de Galicia a pesar de su valor. Fue un cenobio fundado por los condes de Sarria en la quinta década del siglo XII en un territorio virgen, como era preceptivo, cerca de las fuentes del Miño.

 La iglesia

La iglesia abacial de Meira es el clásico templo románico cisterciense de gran sobriedad a la par que gran monumentalidad. Posee la traza habitual de la arquitectura cisterciense, aunque en este caso se aprecia un apego mayor a las formas románicas que otras iglesias más evolucionadas. Tal extremo se observa en los abovedamientos de la nave central mediante medio cañón apuntado y las laterales con bóveda de arista.

Exteriormente, su aspecto es de gran horizontalidad, algo que suele ser común en las iglesias cistercienses, debido a la gran longitud del cuerpo de la iglesia y en ocasiones a que los muros suelen estar algo clavados o rehundidos respecto al suelo circundante. Pero al entrar en el templo, esta sensación desaparece, puesto que, aunque en absoluto estos templos tienen la verticalidad de las iglesias románicas de peregrinación, como Compostela o las catedrales góticas, su altura es considerable y su fraccionamiento en tres naves la hace más esbeltas.

Estas naves se separan mediante arcos formeros apuntados que apoyan sobre gruesos pilares prismáticos con tres semicolumnas (que soportan los formeros y los fajones de las naves laterales). Los fajones de la nave central apoyan en columnas de fustes truncados que no llegan hasta el suelo.

Los ventanales de iluminación de la nave central se horadaron en el arranque de la bóveda de medio cañón apuntado.

Se aprecia también una cierta irregularidad en el aparejo de la sillería y sillarejo de las distintas partes de la iglesia, con relación a lo que es habitual, es decir, sillería perfectamente cortada y escuadrada.




Todo el conjunto trasmite una sensación de sobriedad y desnudez extrema.

Santa María de Meira muestra en su fachada occidental unas correctas formas del románico monacal cisterciense, con sus característicos estribos alineados a los soportes de las naves, un gran rosetón y una puerta de arquivoltas de medio punto más tímpano sin esculpir y tres parejas de columnillas de fino fuste y cestas vegetales.

La puerta septentrional es bastante más sencilla, constituida por dos arquivoltas de bocel, tímpano liso y dos parejas de columnas cuyos capiteles apenas esbozan unas ciertas formas vegetales.

Del resto de dependencias monásticas originales no se conservan actualmente más que ciertos restos como algún muro del que fuera claustro renacentista.

 

 

martes, 13 de agosto de 2013

Monasterio de Santa María de la Rábida. Andalucía



El Monasterio de Santa María de la Rábida se alza en medio de un estuario en el denominado paraje de la Rábida, justo en la orilla izquierda del río Tinto en el término municipal de Palos de la Frontera, provincia de Huelva. El monasterio está anclado en un lugar hermoso y muy ligado a la historia del descubrimiento de América. El termino “La Rábida” deriva de “Ribat” que significa guarnición defendida por monjes guerreros.
 
Se trata de un convento perteneciente a la reforma de la orden franciscana que se erigió en el trascurso del siglo XV, y se conserva casi fielmente. Es un enclave para entender la historia, Cristóbal Colón subvencionó parte de su viaje a América con la ayuda de estos monjes Franciscanos de la Rábida y tras largas discusiones con el padre Marchena en la sala capitular recta y luminosa con artesonado del siglo XVIII de influencia islámica.
 
Como recuerdo de este echo en el interior del convento se guarda en las estancias donde se alojó Colón entre 1485 y 1486, “el poema del descubrimiento” un mural albergado en el refectorio, realizado por el artista Daniel Vázquez Díaz ya en el siglo XX, también esta estancia alberga un bello púlpito para la lectura.


 
Junto al monasterio se levanta un enorme obelisco que fue construido en conmemoración del cuarto centenario del nuevo continente. Muy cerca tenemos tres réplicas exactas de las naos que partieron a nuevo mundo en 1492 junto a un centro de interpretación.
 
El monasterio tipológicamente pertenece al Gótico-Mudéjar incorporado a la Rábida desde el período Almohade.
 
La iglesia-Santuario es de dimensiones pequeñas y estructura compacta posee una sola nave y un hermoso artesonado de influencia mudéjar que cubre la bóveda primitiva. El ábside posee arcos apuntados. En las paredes conserva pinturas de Juan de Dios realizadas en el siglo XVIII que tratan temas de la vida de San Francisco.

 
El altar lo preside un Cristo que sustituye al destruido durante altercados en la guerra civil española. Se conservaron a su vez en la capilla, algunas pinturas murales originarias al fresco, la más famosa la imagen en la capilla de nuestra señora de los milagros, patrona de Palos de la Frontera y de curvatura goticista.
 
Escultura de la escuela andaluza, realizada en alabastro. Según la leyenda la imagen fue traída por un marinero de Palos de la Frontera y durante la invasión árabe escondida en el fondo de la ría de Huelva. Pasado los años, unos pescadores la rescataron de sus redes y la llevaron de nuevo al monasterio. Aunque se trata de una leyenda, en unos documentos encontrados en la Parroquia de San José Mártir, se afirma haber encontrado restos de sal y limo en la imagen tras una restauración.

 
En 1993, se celebró el V Centenario de la Evangelización del Continente Americano, Juan Pablo II coronó personalmente a la imagen en el monasterio, siendo la primera imagen de una María coronada realizada en persona por un papa en España.
 
El claustro del Monasterio de la Rábida es pequeño y sigue el modelo de San Isidoro y Guadalupe: estilo mudéjar. Se amplió en el siglo XVII con un cuerpo superior y se le incorporaron almenas como protección de invasiones.
 
Tiene en sus paredes frescos del siglo XV que ha sido restaurado. El claustro estuvo a punto de desaparecer en 1855 por la desamortización, y salvado el conjunto por el Gobernador Alonso. Es uno de los monumentos más importantes y significativos en la historia de España y de América, fue declarado primer monumento histórico de los pueblos Hispanos y en 1856 fue declarado el tercer monumento nacional y patrimonio de la humanidad.

                                  (Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS: Isabel Rollán) 

sábado, 10 de agosto de 2013

Monasterio de Santa María de Valldigna. Valencia


El Monasterio de Santa María de Valldigna es, junto al de Benifassá, la representación del monacato cisterciense en la Comunidad Valenciana.

Este lugar se encuentra en Simat de Valldigna (Comarca de La Sabor), a muy pocos Kilómetros de Tabernes de Valldigna y de la costa turística valenciana (Cullera, Gandía, etc.).

El Monasterio de Valldigna es una fundación muy tardía, de finales del siglo XIII, protagonizada por el rey Jaime II de Aragón que encontró –según la tradición- este lugar como un valle digno (vall digna) de establecer un monasterio.

El monarca concede este territorio al abad del monasterio cisterciense de Santes Creus para una nueva fundación.

Es así como comienzan las obras de la iglesia y de las dependencias monacales en el siglo XIV, aunque a lo largo de su historia necesitaría reconstrucciones por sendos terremotos. La primera a finales del siglo XIV y la segunda en la mitad del XVII.

Esta última es la responsable de la eliminación del templo gótico y su sustitución por la actual iglesia barroca. También es de esta época la Capilla de la Virgen de Gracia.

Tras la desamortización de 1835, el monasterio es abandonado y su solar empleado como finca agrícola. Los edificios son rápidamente degradados por el abandono y la rapiña y llega hasta el siglo XX en un estado lamentable de ruina.


Afortunadamente, en 1991 la Generalitat Valenciana compró las ruinas del monasterio e inició un ambicioso plan de reconstrucción y puesta en valor de lo que queda. Una de las más felices acciones ha sido la recuperación de las arquerías góticas perteneciente al claustro alto del palacio del abad y que fueron arrancadas en los años veinte del siglo pasado para ser colocada en la residencia del conde de Las Almenas en Torrelodones  (Madrid).

Esta estructura fue adquirida por el gobierno valenciano en el año 2003 y reconstruida en su lugar de origen en 2006.

En la actualidad, el monasterio de Santa María de Valldigna, ya sin uso religioso, se ha acondicionado para la visita y es un lugar cada día más conocido por los amantes del arte y la historia medieval.

La iglesia

La primera iglesia gótica del siglo XIV quedó destruida por el terremoto de 1396 por lo que fue necesario construir otra durante el siglo XV, que de nuevo sufriría los estragos del terremoto de 1644, siendo necesario su ulterior reconstrucción durante la segunda mitad del siglo XVII.

Como consecuencia, la iglesia de Santa María de Valldigna es un voluminoso templo barroco de una sola nave, con tres pares de profundas capillas laterales (lo que hace que exteriormente simule tener tres naves), transepto no marcado en planta, cúpula sobre el crucero y torre campanario adosada a la cabecera.

El interior se encuentra cubierto por pinturas barrocas.

Capilla de la Virgen de Gracia

La Capilla de la Virgen de Gracia es un recoleto templo barroco de planta de cruz griega, edificada en 1720 a uno de los lados del Portal Nou.

Principales dependencias monacales medievales

Puerta Real o “Portal Nou”

La Puerta Nueva o Puerta Real es obra del siglo XIV y se encuentra al oeste del conjunto amurallado. Se trata del acceso de la muralla al espacio monacal que se empleaba en momentos señalados y solemnes. Tiene un arco agudo con tres escudos (el de la Corona de Aragón y del abad Arnau de Saranyó, su promotor). El espacio cobijado tiene bóveda de crucería en perfecto estado de conservación.
 
Flanquean esta modesta puerta dos torres que debieron estar almenadas y restauradas en el siglo XVIII.

La puerta habitual de acceso al monasterio, sin embargo, se encuentra en el muro sur y se llama Puerta de la Xara.

Claustro

Del claustro, llamado “del silencio”, corazón vital del monasterio benedictino y nexo de unión entre sus dependencias más importantes, poco queda, por desgracia.

Su solar se encuentra al sur de la iglesia, como es habitual.

Su planta es cuadrada y debió tener sus pandas abovedadas con crucería (se conservan algunas ménsulas de apoyo de los nervios) y abiertas al patio mediante arcos apuntados.

Sala Capitular

La sala capitular se encuentra en el costado al este del citado claustro. Es, sin duda, la estancia mejor conservada de época medieval del monasterio de Valldigna. Sobre una dependencia anterior, se mandó construir una nueva en tiempos del abad Roderic de Borja (futuro Papa Alejandro VI) a finales del siglo XV y terminada a principios del XVI.

Se trata de una estancia casi cúbica, rematada por almenas, a la que se accede desde el antiguo claustro por una puerta gótica flamígera muy destrozada a la que flanquean dos ventanas de arcos escarzanos.

En interior tiene bóveda estrellada reconstruida. Las ménsulas de apoyo de las esquinas llevan esculpidas los símbolos de los cuatro evangelistas. En las claves de las bóvedas están representados la Virgen de la Leche, varios abades y santos.

Al interior destaca el lugar donde se situaba el sitial del abad, en el muro este, que estuvo enmarcado por un arco flamígero rebajado, hoy desaparecido. Se trata de un hueco abierto en el muro con forma de capilla. La bóveda es de crucería con dos ménsulas que representan ángeles portando escudos. Sobre este se abren dos estrechas ventanas abocinadas. El abad Pere Baldó (1499-1502) realizó el arco conopial de esta capilla.

Refectorio

Su construcción data del siglo XV, de tiempos del abad Joan d`Aragó (1460-1475).

Es un amplio edificio rectangular, ubicado al sur del claustro, del que sólo se conservan tres de los muros perimetrales originales, de gran grosor y remate de almenas del siglo XVI. Una puerta de arco apuntado lo comunicaba con el claustro.

En su interior se aprecian con claridad las grandes ménsulas que recogían los nervios de la bóveda de crucería que lo cubría y que desapareció completamente.

Una reciente restauración ha permitido cerrar el espacio reconstruyendo el muro occidental y se ha abovedado con crucería, simulando la que tuvo original.

Locutorio

Se trata de un pequeño espacio rectangular, a modo de pasillo, situado entre la sala capitular y el refectorio y que se abre al claustro, que tenía como función la conversación entre los monjes.

Los accesos eran dos pequeñas puertas apuntadas en sus extremos.

Palacio del Abad o Palau de L´Abat

 Se encuentra en el extremo oriental del conjunto y al haber desaparecido otras dependencias se ve un tanto aislado del resto.

Fue mandado construir por el abad Arnau de Saranyó durante el tercer cuarto del siglo XIV, pero su fábrica final es un conjunto de diversas épocas, desde citada centuria hasta el XVIII.

Actualmente, también es una digna ruina que ha sido restaurada tanto como se ha podido, aunque lo que vemos es el esqueleto del edificio y parte de los muros.

En este lugar residía el abad del monasterio y también era empleado para las audiencias con personajes ilustres.

Lo más llamativo es el patio o claustro bajo conformado por arcos escarzanos. Este patio servía de apoyo al llamado claustro alto que hemos citado al principio y que fue vendido y recuperado recientemente.

El claustro alto está constituido por diez arcos apuntados sobre columnas cuyos capiteles están esculpidos con los escudos del abad Saranyó y la Corona de Aragón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


viernes, 9 de agosto de 2013

Monasterio Cisterciense de Santa María de Bonaval. Castilla La Mancha


El Monasterio de Bonaval no es una pequeña ermita desconocida o un resto menor de una iglesia parroquial en una aldea perdida que necesite ser dada a conocer. Se trata, obviamente, de un monumento capital en la historia de la arquitectura medieval de España.

A pesar de ello, sufre una ruina y desamparo progresivo, transcurriendo en su contra el tiempo sin ninguna intervención.

Es evidente que cada visita que realizamos, el deterioro se acrecienta y el futuro del edificio se más a la desaparición definitiva.

Como sabemos, la fundación de los monasterios cistercienses se lleva a cabo en lugares recónditos, alejados del mundanal ruido y en parajes que invitaran a la meditación y el rezo.

Todo ello está reflejado en el Monasterio de Bonaval, hoy en acusado estado de ruina, situado en el frondoso valle del río Jarama, a la entrada de la sierra Negra del Ocejón y a 3 Km. del pueblo de Retiendas.

Para llegar a él, una vez en la población citada hay que seguir a pie un camino en mal estado rodeado de una idílica arboleda. Sólo por esta excusión merecería la pena visitar estas ruinas.

Su fundación data de mediados del siglo XII –probablemente en 1164 por monjes procedentes de Valbuena- impulsada por Alfonso VIII, pero la iglesia actual, o lo que queda de ella, no debió iniciarse antes de bien entrado el siglo XIII. Más tarde, en el siglo XVII, sufrió severas reformas. En 1821 los monjes abandonaron el cenobio trasladándose a Toledo, pasando a manos privadas que nada hicieron por conservar el edificio.

Del conjunto monasterial perdura parte de la iglesia, principalmente la cabecera, crucero y nave meridional, además de una sacristía adosada al ábside del Evangelio (posible capilla románica usada provisionalmente para los ritos religiosos antes de la construcción edificio definitivo) y otros paredones de lo que debieron ser el resto de dependencias monacales.

Inicialmente, la iglesia, de sillería caliza bien concertada, debió tener tres naves de dos tramos, crucero acusado en planta y cabecera con tres ábsides, como cualquier monasterio masculino, siendo los laterales rectangulares y el central de forma semihexagonal, En general se aprecian replanteamientos en el edificio que finalizaron en una estructura bastante heterogénea. Una de estas modificaciones es la reutilización del tramo de los pies para uso conventual, dejando en la iglesia sólo un tramo útil de las naves para usos litúrgicos.

Exteriormente, la parte mejor conservada e
s la cabecera y el brazo sur del crucero. El ábside central cuenta con un grueso contrafuerte escalonado en cada vértice del polígono, y cada uno de los tres muros rectos se adorna con un ventanal apuntado de arista achaflanada rodeado por arquivolta de baquetón y guardapolvos con puntas de diamante. El soporte de esta arquivolta es una pareja de esbeltísimas columnillas de capiteles vegetales flanqueadas por la arista del muro, también con puntas de diamante. Similar ventanal ilumina el muro oriental del absidiolo del Evangelio. La corona de canecillos presenta diversos motivos vegetales. No dudamos en calificar como espectacular el hastial meridional del crucero, en el que se abre la gran portada de acceso, muy maltratada, pero de gran belleza plástica y un hermoso ventanal. La portada dispone de cuatro arquivoltas muy apuntadas de triples bandas paralelas, rodeadas por guardapolvos con puntas de diamante. Cuatro pares de columnas servían de apoyo, con capiteles de flora naturalista, ya casi góticos. Los fustes de dichas columnas han desaparecido. Por encima, aunque descentrado con respecto al eje de la puerta, hay un impresionante ventanal ajimezado. Tiene arco apuntado con las aristas achaflanadas, que cobija dos arquillos también achaflanados que rodean sendos vanos. A modo de guardapolvos, el conjunto es rodeado por una banda de arquillos ciegos.

En el interior se combinan diferentes soluciones para cubiertas y apoyos. Todos los arcos son apuntados y se apoyan en pilares y columnas diferentes. El tramo recto del ábside central se cubre con bóveda de crucería con nervio espinazo longitudinal y la parte poligonal con bóveda nervada. También es de crucería el tramo conservado de la nave medirional. Como elemento arcaizante el brazo sur del crucero es de medio cañón apuntado.

La ornamentación de los capiteles es típicamente cisterciense, con todo tipo de motivos vegetales (sobre todo crochets).

Por último, la sacristía es un compartimento de planta rectangular, adosada al ábside norte, con bóveda de medio cañón apuntada.   

jueves, 8 de agosto de 2013

Monasterio de Guadalupe. Extremadura





El Monasterio de Guadalupe (Nuestra Señora de Guadalupe) es una de las obras cumbres del gótico mudéjar no sólo en Extremadura sino de toda España. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el año 1993.

El conjunto del monasterio es un impresionante laberinto de 22.000  metros  cuadrados, de edificaciones del mejor arte.
 
Además del propio templo gótico, cuenta con un claustro  también gótico y dos estilo mudéjar.

Existen varias capillas, el pabellón de la antigua librería, los templetes con sus fuentes, el auditorio y su famosa sacristía. No hay que olvidar que el conjunto del Monasterio de Guadalupe también alberga nada menos que tres museos (bordados, cantorales miniados y pintura, y esculturas antiguas).

El origen del monasterio hay que buscarlo en el siglo XIV, ya que tras la batalla del Salado contra benimerines y granadinos, Alfonso XI ordena la construcción de una fortaleza con una iglesia adosada. La iglesia debió construirse a finales del siglo XIV y bebió estar terminada en los primeros años del siglo XV.

Cuando los jerónimos se hacen cargo del monasterio en 1389 comienzan importantes obras de reforma como la fastuosa fachada meridional gótico mudéjar que permite la entrada a la iglesia, y la construcción del claustro mudéjar incluyendo su célebre templete.

La citada fachada tiene dos puertas de arquivoltas muy apuntadas superadas por tímpanos, marcos rectangulares y un gran rosetón, todo con tracerías flamígeras muy mudejarizadas.

El gran claustro mudéjar del Monasterio de Guadalupe es de espectaculares dimensiones. Tiene forma de cuadrilátero con dos pisos abiertos con arcos apuntados de herradura sobre pilares ochavados.

En el centro, se erigió el originalísimo y famoso templete mudéjar en el cual se funden armoniosamente las formas góticas e islámicas formando una especie de pirámide de gabletes de gran belleza.

martes, 6 de agosto de 2013

Monasaterio de El Escorial. Madrid



A partir del reinado de Felipe II y sobre todo con la corriente de austeridad católica que impregna la sociedad española de la Contrarreforma.

El ejemplo más destacado, sin duda, de este periodo es el Monasterio del Escorial (1562-1584) donde se reúnen en un mismo espacio: monasterio, iglesia, palacio y panteón real.

El Monasterio de El Escorial fue fundado por Felipe II en conmemoración de la victoria en la batalla de San Quintín contra las tropas francesas.

Tal batalla tuvo lugar el 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, mártir cristiano que murió en una parrilla, por lo que se decidió que la planta del edificio tuviera esta forma.

 Se trata de un edificio derivado de fuentes italianas, pero de gran sobriedad y desornamentación, lo que unido a su colosal tamaño y el color gris del granito de su fábrica, le confiere una solemnidad aplastante.

Juan Bautista de Toledo inicia las obras en 1562. A él se deben la planta general del edificio, la fachada meridional y el patio de los Evangelistas. Le sucedió como arquitecto general principal el italiano Giovanni Battista Castello “el Bergamasco”, que construyó la gran escalera a la imperial del interior, la primera de este tipo en Europa.



Juan de Herrera, el estilo herreriano y el Monasterio de El Escorial

Juan de Herrera, auxiliado por Antonio de Villacastín dirigió la obra desde 1572 hasta el fina (1584), y le imprimió su sello característico. Los trabajos de ornamentación, sin embargo no terminaron hasta comienzos del siglo XVII.

Herrera, estudioso de las teorías del romano Vitrubio, es una de las grandes figuras de la arquitectura española de todos los tiempos e influyó decisivamente en la arquitectura española del último cuarto de siglo. Otras obras de Herrera, al margen del Escorial, serán la Lonja de Sevilla y la catedral de Valladolid.

La arquitectura herreriana se basaba en el protagonismo de la pureza de la línea frente a los elementos decorativos.

No fue azarosa, por tanto, la inmensidad de los muros del edificio, casi desnudos y sólo interrumpidos por hileras de ventanas. Los torreones de las esquinas añaden un sentido militar a la construcción. Estas torres se rematan en chapiteles a cuatro aguas, con pizarra negra, que repiten el contraste cromático con la piedra. La decoración arquitectónica se basa en columnas jónicas y dóricas y frontones triangulares, además de pináculos con bolas.

Palacio

El palacio es de planta rectangular. En el interior destacan el Salón de los Borbones, con techos pompeyanos y tapices españoles; la Sala de las Batallas, con pinturas y el Palacio de los Austrias, del s. XVI.

La fachada principal presenta tres portadas monumentales, y sobre la puerta hay una estatua de San Lorenzo realizada por Juan Bautista Monegro, la parrilla del santo y el escudo de armas de los Habsburgo.

 Iglesia del Monasterio

Se accede a la Basílica a través del sobrecogedor Patio de los Reyes. Se llama así por las seis enormes estatuas que decoran la fachada. Representan a los reyes de Judea. Las esculpió Monegro y Sebastián Fernández creó los cetros y las coronas con bronce dorado.

La grandiosa basílica ocupa el centro del edificio. Tiene planta de cruz griega, con gran cúpula en el crucero. Su retablo es una obra maestra de Juan de Herrera, quien realizó los planos. Las bóvedas están pintadas al fresco por Lucas Jordán y Lucas Cambiaso.

De especial atracción turística es el Panteón de los Reyes, ubicado debajo de la capilla mayor. Es obra del siglo XVII por Crescenzi y es de planta octogonal. Las obras comenzaron bajo el reinado de Felipe III bojo la dirección de Juan Gómez de Mora.

Otras dependencias

Dos siglos más tardes, en el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III se añadieron al conjunto dos pequeñas construcciones de recreo llamadas “Casitas”.

Además el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial tiene un convento, una biblioteca decorada por pinturas murales y el Museo donde se reunieron las más importantes obras de arte que se conservan en el monasterio y que incluyen numerosos cuadros de distintas épocas y estilos, que van desde pinturas flamencas de los siglos XV y XVI hasta la Escuela Española del XVII. Algunos de los más importantes cuadros expuestos son de Miguel Coxcie, Tiziano, José Ribera, entre otros.

lunes, 5 de agosto de 2013

Monasterio de San Millán de la Cogolla. La Rioja




El de San Millán de la Cogolla es uno de los monasterios con más historia y raigambre de los que se levantaron en suelo hispano.
 
Fundado por San Millán en el siglo VI, fue primero monasterio visigodo y más tarde mozárabe. De esta época se conservan los grandes arcos de herradura del templo.
 
Fue incendiado por Almanzor a finales en el año 1002, el mismo verano en que el caudillo musulmán murió en tierras sorianas, lo que denota la importancia simbólica que tenía el cenobio en la cristiandad hispana. Además este monasterio debió reunir un gran plantel de atistas durante aquellos oscuros dos siglos pues de él proceden grandes obras de eboraria y códices, aunque en diferentes paraderos, como veremos.

De época románica, hay dos elementos de gran importancia: el sepulcro del santo, del siglo XII y situado en el monasterio de Suso (arriba) y las arquetas de San Millán y San Felices, guardadas en el monasterio de Yuso (abajo)

Sepulcro de San Millán

El sepulcro es una imponente obra realizada en alabastro. El santo yacente es acompañado por figuras de los santos San  Braulio y Santa Potamia, entre otros.

Arqueta de San Millán

La arqueta de San Millán es de pleno siglo XI y conserva rasgos todavía mozárabes. Las placas son de marfil y representan los episodios de la vida de San Millán según el relato que Berceo en su famosa “estoria del señor Sant Millán”.

 

Cruz Procesional y ara portátil de marfil (conservadas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid)

Los talleres de marfiles cordobeses durante el califato fueron famosos por la calidad de sus obras. Más tarde, en Cuenca se prosiguió con la eboraria hasta mitad del siglo XI.

Fruto de este arte son el brazo de marfil procedente de una cruz procesional patada y el ara portátil, conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Ambos parecen obras coetáneas, de finales del siglo X y procedentes del Monasterio de San Millán de la Cogolla.  

El brazo de la cruz, que llevaría metales preciosos pedrería, tiene los bordes tallados con cabezas monstruosas de los que emanan tallos ondulantes rematados en hojas y frutos y que enmarañan parejas de leones, grifos, águilas antílopes de gran plasticidad. Otros dos brazos, pertenecientes a esta cruz, muy similares, se conservan en el Museo del Louvre de París.

El ara portátil tiene placas de marfil que representan similares motivos de animales que la cruz mencionada anteriormente.

 
Beato de San Millán de la Cogolla

El Beato de San Millán de la Cogolla, hoy en la Real Academia de la Historia, tiene el gran interés de que intervinieron dos artistas de cronología concepción artística distinta (se comenzó en la primera mitad del siglo XI y se terminó en la segunda mitad de esa centuria).

El primer artista sigue apegado a la tradición mozárabe de los beatos del siglo X, mientras que el segundo crea sus miniaturas básicamente en estilo románico. En total tiene 49 ilustraciones.  

 

 

 


domingo, 4 de agosto de 2013

Real Monasterio de Santo Domingo de Caleruega. Castilla y León



El Real Monasterio de Santo Domingo de Caleruega es uno de los corazones espirituales de Castilla pues su fundación –por iniciativa real- se realizó en el mismo solar donde nació Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores (más conocida como, simplemente, Orden de los Dominicos).

Como analizaremos en las próximas líneas, la visita a este lugar permite al turista darse un verdadero baño de historia y de arte.
 
Breve historia

Santo Domingo de Guzmán
 
Domingo nace en 1170 en Caleruaga (Burgos), en el seno de una familia noble y hacendada (los Guzmán y Aza), lo que le permite estudiar en Palencia y convertirse en un hombre de gran cultura teológica. Conoció y participó en el grave conflicto de la herejía cátara del sur de Francia, lo que le llevó a fundar la orden citada. En vida llegó a ser un personaje tan célebre que fue canonizado en 1234, sólo trece años después de su fallecimiento.
 
La primera iglesia dedicada a Santo Domingo
 
En el mismo año de la canonización de Santo Domingo, su hermano, el beato Manés, fundó una pequeña iglesia en el solar de las propiedades de las Guzmán, pero la vida monástica debería esperar algunas décadas hasta que floreciese en Caleruega.

El origen del monasterio

En la villa Soriana de San Esteban de Gormaz existía un monasterio denominado Santa María de Castros, perteneciente a una comunidad de monjas que se regían por la Regla de San Agustín, pero más tarde pasaron a convertirse, voluntariamente, en dominicas.

En 1266 Alfonso X el Sabio, devoto de Santo Domingo, dona a estas monjas dominicas de San Esteban de Gormaz el solar de Caleruega para que constituyan un nuevo convento, otorgándole,  también, el poder del Señorío de la villa de Caleruega. Nace en ese momento el llamado “Real Monasterio de Santo Domingo de Caleruega”.
 
Las construcciones medievales

Las obras de la nueva iglesia comienzan en 1297, durante el reinado de Sancho IV, que se ocupó con gusto de los deseos de su padre Alfonso X. Esta iglesia tuvo la advocación de Santa María y estaba formada por una sola nave, de la que queda buena parte de ella,

como más tarde comprobaremos y también se inician las obras del claustro y resto de dependencias clausúrales: sala capitular. refectorio, etc.
 
Las obras del siglo XVI

En el siglo XVI se decide construir un edificio más ambicioso para lo considerado en la época. El financiador fue Gabriel de San José, provincial de Nueva España. Para ello se suprime la iglesia de Mané de Guzmán y la cabecera de la iglesia gótica de Santa María, respetándose su nave, que quedará adosada a los pies de la nave renacentista.

También en esta campaña se construyó el segundo piso del claustro, igualmente de estilo renacentista, sobre el inferior del siglo XIII.
 
Arte y arquitectura

La iglesia de Santa María, del siglo XIII

Puesto que nada queda de la iglesia de Manés, el edificio monacal más antiguo que se conserva es la nave de la iglesia de Santa María.

Como indicamos anteriormente, este templo se inicia por iniciativa de Alfonso X el Sabio y su hijo Sancho IV para servir de iglesia para la comunidad de monjas del nuevo monasterio que acudieron desde San Esteban de Gormaz.
 
Aunque la reconstrucción del siglo XVI acabó con la cabecera, se conservó la nave para que sirviera de coro de las monjas. Este edificio es de piedra con cuatro tramos abovedados con crucería simple.
 
Uno de los elementos más interesantes de la iglesia medieval de Santa María es la puerta cegada que se conserva en el muro norte. Tiene cuatro arquivoltas muy agudas, con otras tantas parejas de de columnillas cuyos capiteles muestran mascarones humanos rodeados de hojas de parra.

La iglesia renacentista

Adosada al templo medieval por su parte oriental, la iglesia levantada en el siglo XVI por Fray Gabriel de San José tiene planta de latina, con una sola nave más transepto y cabecera cuadrada.

El interior es de una austeridad espartana, aunque es muy elegante la cúpula del crucero.

La puerta se encuentra en el muro norte y sintoniza con la sobriedad del resto del edificio. Es una estructura con vano adinterado rodeado de pilastras y superado por un pequeño templete rematado por frontón triangular y escudos.

Bajo el piso hay una cripta con un pozo ubicado en el lugar exacto donde nació Santo Domingo
 
El claustro y las dependencias claustrales
 
El claustro del Real Monasterio de Caleruega se inició en el siglo XIII y, a pesar de su carácter tardío, conserva un claro aire románico muy arcaizante. Está realizado completamente en piedra.
 
Las pandas se abren al enorme patio central mediante arquerías que son, todavía de medio punto y los apoyos, dobles columnas de fustes ochavados con capiteles estrechos donde se esculpieron espirales, serpientes, piñas, estrellas, cogollos florales, etc.
 


Los tramos norte, y sur y oeste fueron reformados en el siglo XVI por lo que las columnas son renacentista, pero en nada contrastan con las medievales pues siguen teniendo la misma estructura salvo por la decoración de los capiteles que sólo muestran bolas.

En el siglo XVI se añadió un piso superior de ladrillo mediante sencillos arcos de medio punto rebajado sobre pilares.
 
En las obras de restauración de finales del siglo XX aparecieron algunas puertas y restos de la sala capitular medieval en la panda este.

La sala capitular se comunicaba con el claustro mediante un vano apuntado y dos preciosos ventanales bíforos, uno a cada lado. Los fustes, en este caso, son cilíndricos al modo románico y los capiteles son casi lisos, con algunas bolas o piñas en los vértices. De nuevo, la estética es completamente románica, a pesar de lo tardío de su erección. El interior de esta sala está completamente renovado.
 
En el mismo muro de la panda oriental, hay tres puertas que unían el claustro con otras dependencias claustrales.
 
La colección museística

En dos de sus salas, el monasterio de Caleruega conserva piezas de gran interés histórico y artístico que no debemos pasar por alto. Algunas de ellas fueron traídas desde San Esteban de Gormaz por las primeras monjas, por lo que se trata de obras de gran antigüedad.
 
De todas ellas, destacamos:
 
Santa Catalina Mártir. Es una imagen de madera de comienzos del siglo XIII. Todavía conserva buena parte de su policromía.
 
Santo Domingo. Estatua magníficamente tallada en alabastro a finales del siglo XIV. También son visibles algunos restos del color con que se cubría la estatuaria medieval.
 
Conjunto de la Anunciación. Particularmente, pensamos que es lo más valioso del museo. Consta de dos grandes esculturas pétreas y policromadas de tamaño casi natural, correspondientes al arcángel San Gabriel y a la Virgen María. Son esculturas de la primera mitad del siglo XIII, del gótico francés que penetra en España por Castilla. Se sabe que fueron transportadas por las monjas dominicas desde su anterior emplazamiento soriano, por lo que no sería de extrañar que sus autores trabajasen en la catedral de El Burgo de Osma.

 
Pudieron pertenecer al tímpano de una portada. El caso es que son de gran belleza, elegancia de formas, donde se buscó deliberadamente la hermosura facial de los protagonistas
 
Otros aspectos de interés
 
Desde el pabellón superior, repleto de otras muchas obras museísticas que retratan la historia del cenobio, se tiene una contemplación soberbia del Torreón de los Guzmanes, que se encuentra en el medio del jardín del convento masculino de dominicos que se adosó, en pleno siglo XX (1950), al norte del Real Monasterio femenino.

Se trata de una fortificación defensiva, probablemente construida entre los siglos X y XI, al estilo del  famoso Torreón de Doña Urraca de Covarrubias.

El cuerpo inferior se abren ventanales bíforos con arcos de herradura de tradición prerrománica mozárabe.
 
La visita a Caleruega nos permite conocer otros lugares interesantes, como la iglesia parroquial románica de San Sebastián, que conserva la cabecera, la puerta del muro sur y una torre campanario con troneras ajimezadas.

 

viernes, 2 de agosto de 2013

Monasterio de Pedralbes. Cataluña


Introducción

Situado en la parte alta de la ciudad de Barcelona, concretamente en el entorno del exclusivo barrio de su mismo nombre, el Real Monasterio de Santa María de Pedralbes se presenta como uno de los conjuntos monumentales más destacados del gótico catalán, habiendo sido, igualmente, uno de los centros de poder más relevantes de la Baja Edad Media en Cataluña.

El Monasterio de Pedralbes, del que ha llegado a nuestros días la iglesia, el claustro y varias de sus dependencias anejas, fue declarado Monumento Histórico Artístico en el verano de 1931, habiendo desempeñado desde entonces numerosas funciones, la última de ellas sede de una de las secciones del Museu d´Historia de la Ciutat de Barcelona (MUHBA).

Breve aproximación histórica

La historia del Real Monasterio de Pedralbes va íntimamente ligada a la figura de Elisenda de Moncada, cuarta y última esposa de Jaime II el Justo, Rey de Aragón y conde de Barcelona entre 1291 y 1327.

Elisenda de Moncada manifestó la intención de instaurar en la Ciudad Condal una comunidad religiosa con el fin de ingresar en ella una vez enviudase de su esposo, treinta años mayor que él.

Así, tras obtener la licencia papal por parte del pontífice Juan XXII, la reina consorte, tras adquirir en 1326 por cuenta propia unos terrenos en la zona de Pedralbes, mandó levantar el monasterio, el cual, sería fundado mediante una misa solemne el 3 de mayo de 1327.

Desde el primer momento, merced a su patrocinio real, el monasterio, que alberga una comunidad de religiosas Clarisas, fue beneficiario de numerosas donaciones, constituyéndose así como uno de los cenobios más poderosos de Cataluña y el predilecto de la nobleza a la hora de enviar a sus hijas tomar hábitos, circunstancia ésta que le permitió, si cabe, acumular más poder en forma de riquezas y heredades.

A la muerte del rey Jaime II, tal y como tenía previsto, Elisenda de Moncada se retiró al monasterio, en el cual, había mandado erigir un pequeño palacete para su uso y disfrute, un palacio éste que, tal y como dictaba su testamento, había de ser derribado tras su fallecimiento, el cual se produjo en 1364.

 Tal fue la atención que la reina consorte dispuso sobre el  Monasterio de Pedralbes que, entre otros privilegios, encomendó su protección al llamado “Consejo de Ciento” (Consell de Cent), una institución de autogobierno que rigió Barcelona entre los siglo XIII y XVIII y que, por ejemplo, en el siglo XII, auspició a la comunidad religiosa clarisa durante la Guerra dels Segadors, siendo albergadas sus religiosas durante esos años en la residencia del Marques de Aitana.

Ya en el siglo XIX, pese a que puntuales revueltas obligaron a dispersar la comunidad en ciertos momentos, el Monasterio de Pedralbes apenas acusó el devastador efecto patrimonial que causó la Desamortización de Mendizábal, circunstancia que ha permitido su magnífica conservación en la actualidad.

Ya en fechas recientes, tras desempeñar distintas funciones y albergar varias instituciones públicas y privadas (entre ellas, parte de la Colección Thyssen-Bornemisza), en la actualidad acoge una de las sedes del Museu d´Historia de la Ciutat de Barcelona (MUHBA).

El Monasterio

El actual conjunto monumental de Pedralbes, delimitado en origen por una muralla de la que apenas se conservan restos de una puerta, lo conforman la iglesia monacal, el claustro con sus dependencias anejas, la célebre capilla de Sant Miguel con su repertorio pictórico obra de Ferrer Bassa y, en las proximidades, un edificio recientemente rehabilitado conocido como “El Conventet”, que, en origen, acogía a los frailes encargados de atender espiritualmente a la comunidad clarisa.

La iglesia

La iglesia monacal, de notables proporciones y enorme armonía de líneas, presenta una única y diáfana nave de siete tramos cubiertos con bóvedas de crucería cuatripartitas que, sin solución de continuidad, desemboca en una cabecera heptagonal muy luminosa merced a los amplios vanos ojivales con vidrieras que presiden su cuerpo alto.

A cada uno de los costados de la nave principal abren varias capillas laterales que, como es prototípico en la arquitectura gótica mediterránea, se habilitan aprovechando los espacios entre los contrafuertes.

Los últimos tramos de la nave hacia los pies, donde destaca un espléndido rosetón, quedan ocupados por un coro alto arquitectónico que aprovecha la propia irregularidad del terreno sobre el que se asienta la fábrica.

Al costado sur de la iglesia, coincidente con el cuarto tramo de la nave, abre una elegante portada de arquivoltas apuntadas y coronadas por un gablete de tracería que enmarca rosetas y motivos heráldicos. Junto a ella, se eleva una torre-campanario octogonal de cinco cuerpos superpuestos, también típicamente mediterránea.

El claustro

El claustro, contemporáneo a la fundación del cenobio, se acomoda al norte de la iglesia, presentando una planimetría prácticamente cuadrangular de unos 40 por 40 metros.

Contaba, en origen, con dos pisos abiertos al jardín central mediante arcos apuntados apeados sobre pares de columnas muy estilizadas y rematadas en esquemáticos capiteles vegetales y motivos heráldicos de la Corona de Aragón y de la Casa de Moncada.

En fechas más modernas sería añadido el tercer y último piso, abierto en forma de balconada arquitrabada sobre columnas cilíndricas. Muy llamativo es el hecho de que, aprovechando el espacio central ajardinado, haya sido habilitado un interesante huerto de plantas medicinales, algo que, durante la Edad Media, no era en absoluto ajeno a los monasterios europeos.

En una segunda fase constructiva, quizás ya entrado el siglo XV, serían levantados en torno al claustro el resto equipamientos monásticos básicos, como el refectorio, con su bóveda de cañón apuntada reforzada por fajones; o la capitular, abierta a la crujía claustral mediante un amplio vano de medio punto doblado flanqueado por dos apuntados. Conserva igualmente el Monasterio de Pedralbes, aneja al refectorio, su antigua cocina.

Entre los numerosos enterramientos que jalonan las galerías del claustro, quizás una de las piezas más interesantes de todo el conjunto de Pedralbes sea el monumento funerario de su fundadora, Elisenda de Moncada, el cual presenta la peculiaridad de habilitarse entre el muro que separa la iglesia del claustro, siendo visible desde ambas estancias.

Erigido poco antes de su muerte según reza su testamento, el monumento, al ser bifronte permite, como decíamos anteriormente, ser contemplado tanto desde la iglesia como desde el claustro, pudiendo apreciarse a la reina consorte Elisenda, según el punto de vista, en su doble faceta: como reina para el asistente a la iglesia, y como religiosa para la comunidad monacal que la observase desde las restringidas galerías clausúrales, solo accesible entonces a las monjas de clausura.

La capilla de Sant Miguel

De gran relevancia artística es la capilla de Sant Miguel, accesible desde el claustro y que ocupa un espacio irregular de apenas veinte metros cuadrados al haber sido levantada entre dos contrafuertes del ábside de la iglesia monacal y la propia crujía claustral norte.

Concebida como capilla de oración particular de Sor Francesca de Saportella i Pinós, sobrina de la reina Elisenda de Moncada y segunda abadesa del monasterio a la muerte de ésta, su decoración fue encomendada a Ferrer Bassa, sin duda, el pintor catalán más relevante del momento y a quien se le debe el honor de haber introducido en la Península Ibérica los nuevos gustos de la pintura gótica trecentista italiana, que tiene a Simone Martín y a los hermanos Lorenzetti como principales figuras.

El trabajo pictórico de Ferrer Bassa en la capilla de Sant Miguel de Pedralbes fue realizado en 1436, habiéndose conservado, incluso, el propio contrato entre el artista y abadesa, en el cual, queda especificado hasta el más mínimo detalle: desde la propia técnica a emplear, hasta el programa iconográfico a representar.

Las pinturas, perfectamente adaptadas al espacio disponible, presentan dos registros en altura, desarrollándose en el superior las escenas correspondiente Ciclo de la Pasión  y Muerte de Jesucristo, mientras que en el inferior, de acuerdo con el contrato, fueron plasmados en otras tantas composiciones, los pasajes de los Siete Gozos de la Virgen María.

El programa iconográfico se completa, en la pared opuesta, con escenas del Juicio Final, del Cordero Místico, las representaciones de las virtudes de la caridad y la castidad, así como varias efigies de santos, entre ellas, las de San Francisco y Santa Clara.

Como nota curiosa, llama la atención el magnifico estado de conservación del conjunto pictórico, circunstancia que se debe a que, durante siglos, el pequeño habitáculo fue empleado por la comunidad religiosa para guardar ropa, lo que mantuvo a las pinturas libres de las agresiones de la luz y de la humedad.

El Conventet

Se conoce con el popular nombre de “El Conventet” a un pequeño edificio situado a pocos metros del recinto monacal principal que, antiguamente, albergaba una pequeña comunidad de frailes encargados de asistir espiritualmente a las clarisas de Pedralbes.

Construido en el año 1329, sufrió, como tantas construcciones religiosas de la Península Ibérica, los estragos de la Desamortización de Mendizábal en 1836, quedando abandonado y en un estado de semirruina de la que tan solo se salvaría, en parte, su pequeño patio interior de estilo gótico.

En 1920, tras pasar a manos privadas, concretamente a la familia Godia, le fueron encomendadas las obras de rehabilitación del “Conventet” al arquitecto Enric Sagnier i Villavechia, quien aprovechó varias piezas románicas originales procedentes de la desaparecida iglesia gerundense de Santa María de Besalú para plantear un proyecto de tipo historicista, muy de moda durante los primeros años del siglo XX.

Entre las piezas románicas reaprovechadas, destacan el magnífico tímpano de la portada principal, los capiteles que sostienen las galerías del segundo piso, así como los ventanales de la planta baja. Otros elementos originarios de Santa María de Besalú se custodian en la actualidad en el Museu Nacional dÁrt de Catalunya (MNAC).

 

(Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGIAS:


José Manuel Tomé)