El Convento de San Antonio de la Cabrera está ubicado
a media ladera de Cancho Gordo y a unos dos kilómetros del pueblo (hay
señalización pero conviene preguntar)
La historia de esta construcción, una de las más valiosas de
patrimonio medieval madrileño, está llena de conjeturas pues no existen datos
documentales sobre su fundación. La hipótesis más aceptada es que el rey
castellano Alfonso VI, coincidiendo con sus planes de atravesar el fronterizo
Sistema Central para la conquista de Toledo, fomentara la ubicación de un
pequeño cenobio benedictino-cluniacense bajo la advocación de San Julián en
esta agreste sierra madrileña.
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En 1404, se convierte en el convento de San Antonio de
Padua. Alcanzó gran relevancia durante los siglos estando ligado a personajes
de relevancia como los Mendoza, el duque del infantado o el Marqués de
Santillana y el Cardenal Cisneros.
Desde el punto de vista artístico, la iglesia del primitivo
monasterio es de estilo románico. Un ejemplar verdaderamente interesante pues a
pesar de sus pequeñas dimensiones tiene una estructura arquitectónica compleja
y radicalmente alejada de los sencillos templos concejiles de una sola nave.
La iglesia del Convento de San Antonio de la Cabrera
presenta una compleja planta de tres naves, crucero y cabecera de cinco ábsides
escalonados de planta semicircular y diferente altura. Los tres centrales se
corresponden con la prolongación natural de las naves, mientras que los dos
laterales se abren en los extremos de los brazos del crucero.
En el interior los elementos de apoyo de arcos triunfales y
arcos de entrada al crucero son pilares cruciformes, mientras que los de
prolongación de las naves son cuatro columnas de fuste cilíndrico y sencillos
capiteles que podrían pertenecer a reformas o reconstrucciones ya del siglo XV.
Las bóvedas son de medio cañón menos las de los ábsides que
son de cuarto de esfera. Y todos los arcos presentan perfil de medio punto.
Para otros autores, la construcción es posterior, de estilo
cisterciense (y con probable construcción a partr de comienzos del XIII)
Estilísticamente, la sencillez de la arquitectura del
Convento de La Cabrera no arroja demasiada luz. Incluso también ha sido
relacionada con modelos prerrománicos, lo que apoyaría la teoría de edificio
primitivo cluniacense, o por el contrario de la pureza impuesta por la orden
cisterciense.
Sin embargo, hay que decir que este edificio presenta pocas
relaciones con lo grandes edificios cistercienses que se diseminan por la
Castilla de los siglos XII y XIII. Para empezar su tamaño es mínimo en relación
a los casi catedralicios monasterios del Císter. Su modesta fábrica de
mampuesto nada tiene que ver con la perfecta sillería cisterciense y nada hay
en la Cabrera de arcos apuntados o bóvedas de crucería que fueron introducidos
por los monjes blancos. Se puede comparar esta iglesia con los restos de
Valdeiglesias (Madrid) Collado Hermoso y Sacramenia (Segovia) o Monsalud
y Buenafuente del Sistal (Guadalajara) por citar sólo los
monasterios del Císter geográficamente más cercanos y sacar sus propias
conclusiones.
Las reformas posteriores a época románica se inician en los
siglos XV y XVI, a las que pertenece la arquería conservada del claustro, el
cuerpo bajo de la torre, los muros de cerramiento de oeste y sur con sus
puertas adornadas con los escudos de la Orden y de los duques del Infantado,
señores de la villa.
El cuerpo superior de la torre parece más moderno y podría
ser del siglo XVIII
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