Nájera y el origen del Monasterio
Nájera es una de las estaciones del Camino de Santiago en La
Rioja ya citada en el Codex Calixtinus y una de sus poblaciones más
monumentales. No en vano fue capital del reino Nájera-Pamplona en los siglos X
y XI, alcanzando su máximo esplendor en la época de Sancho Garcés III, el
Mayor.
Dentro de este rico patrimonio de Nájera destaca
especialmente el magnífico Monasterio de Santa María la Real.
Este monasterio fue fundado en el año 1052 por el rey
navarro García IV el de Nájera, adosado a la cueva donde, según cuenta la
tradición, encontró, mientras cazaba una paloma con un azor, un conjunto de
objetos: una imagen de la Virgen María con el Niño, una campana y un jarrón con
azucenas (símbolo de la Anunciación).
Pocos años después, Nájera pasa a formar parte de León y
Castilla. En 1079, el rey Alfonso VI se lo entrega a los Benedictinos de Cluny.
En 1487 el Papa lo entregó a Rodrigo de Borja, el futuro
Papa Alejandro VI. Ello significó que desde esta fecha hasta 1513 Santa María
fuera una abadía independiente.
La iglesia gótica
De las primitivas edificaciones mozárabes y románicas de los
primeros siglos casi nada queda -salvo parte de un muro en el extremo
occidental junto a la cueva- pues el monasterio fue completamente reconstruido
a partir del año 1422 en estilo gótico.
La iglesia es verdaderamente grandiosa y no desmerece en
comparación con muchos de los edificios catedralicios españoles de la época.
Tiene tres altas naves separadas por pilares fasciculados
con multitud de columnillas. Las bóvedas son de crucería sencilla menos en la
cabecera donde se tornan estrelladas y en el transepto lleva bóveda de
crucería. Sobre los dos brazos del crucero y parte de la nave principal corre
un triforio practicable con vanos muy apuntados que de lejos parecen
triangulares. El claristorio lo constituye una serie de pequeños ventanales
agudos y geminados que dejan entrar escasa luz al interior del edificio.
El retablo situado en el testero plano de la iglesia e obra
barroca del siglo XVIII. Un poco perdida en la inmensidad de sus dimensiones
logramos identificar una talla de la Virge y el Niño. Se trata de la Imagen de
Santa María la Real que se encontraba anteriormente en la cueva.
El aspecto exterior de este templo es un tanto
desconcertante dada su altura y los cilindros que abundan en sus esquinas lo
que le confiere un aspecto de fortificación. Al oeste de la iglesia hay una
puerta de entrada del siglo XVII a la que se llega bajando una escalera para
neutralizar el desnivel.
El coro
El coro de esta iglesia tiene una de las mejores sillerías conservadas en la
arquitectura religiosa española. Su estilo es gótico florido y fue realizado
hacia 1495 por los maestros Andrés y Nicolás.
Panteón
de los Reyes y el sepulcro de Doña Blanca de Navarra
De la iglesia, además de su bella arquitectura gótica
destacamos el Panteón de los Reyes, situado a los pies de la iglesia.
El Panteón de los Reyes conserva hasta treinta sepulcros de
reyes castellanos y navarros como García el de Nájera, Sancho el Noble, el
infante Ramiro, Sancho II Abarca, Bermudo III de León, Sancho IV el Sabio de Navarra.
Aunque los citados personajes históricos son medievales, los sepulcros son
renacentistas del siglo XVI.
El sepulcro más relevante de todos los que se conservan en
el interior de la iglesia de Santa María la Real de Nájera es el de estilo
románico perteneciente a la reina de Doña Blanca de Navarra.
En el claustro podemos encontrar varias puertas
monumentales. Una de ellas se denomina de San Juan y es la que da acceso al
templo desde el claustro. Se trata de una estructura renacentista con
decoración plateresca.
Tiene forma rectangular con vertiente a dos aguas y las dos
caras laterales mayores esculpidas (los frontales están, desgraciadamente,
perdidos).
En la cara principal se esculpe la muerte de Doña Blanca,
muy serena y bella acostada en su lecho, mientras su alma (un niño desnudo) es
elevada al Cielo por dos preciosos ángeles. A los lados, separados por árboles,
hay varios cortesanos que consuelan al rey a una dama. Por encima, hay un
solemne Cristo en Majestad rodeado del Tetramorfos y el Conjunto Apostólico.
En la cara opuesta, los relieves se ocupan de algunas
escenas del Ciclo de la Natividad de Cristo: la Adoración de los Reyes Magos y
la Matanza de los Inocentes, además de la parábola de las vírgenes necias y
prudentes.
La cueva
Otro de los espacios del máximo interés del Monasterio de
Santa María la Real es la cueva donde el monarca encontró la imagen de la
Virgen. Pasar del ámbito del edificio gótico a este lugar oscuro y húmedo
produce una sensación sobrecogedora. Aquí encontraremos una bella imagen gótica
de la Virgen.
Obviamente ésta no es la talla de la Virgen que encontraría
García el de Nájera en el siglo XI, sino una Virgen de finales del siglo XIII o
comienzos del XIV que se trasladó posteriormente -en 1845- aquí desde la
capilla del Alcázar Real.
Hubo de ser restaurada en 1948 por el Instituto Príncipe de
Viana pues al parecer se hallaba en un estado lamentable de deterioro y
suciedad.
Claustro de los Caballeros
El claustro del monasterio se llama "Claustro de los
Caballeros" porque fue el lugar elegido por muchos nobles que pagaban con
sus riquezas al monasterio para disponer de un lugar piadoso para su
enterramiento.
Obviamente ésta no es la talla de la Virgen que encontraría
García el de Nájera en el siglo XI, sino una Virgen de finales del siglo XIII o
comienzos del XIV que se trasladó posteriormente -en 1845- aquí desde la
capilla del Alcázar Real.
Hubo de ser restaurada en 1948 por el Instituto Príncipe de
Viana pues al parecer se hallaba en un estado lamentable de deterioro y
suciedad.
Claustro de los Caballeros
El claustro del monasterio se llama "Claustro de los
Caballeros" porque fue el lugar elegido por muchos nobles que pagaban con
sus riquezas al monasterio para disponer de un lugar piadoso para su
enterramiento.
Cuenta con sus cuatro pandas cubiertas con bóvedas tardogóticas
de crucería compleja. Lo más bello son los arcos apuntados de finales del
gótico que cobijan delicadas columnillas y tracerías platerescas. Todas ellas
son distintas y en el entramado vegetal y geométrico que las preside vemos
también animales y ángeles.
Adosadas a los pilares del claustro existe una colección de
estatuas renacentistas bajo doseletes. La mayoría están descabezadas y
mutiladas. Hay que fijarse también en las mensulillas que las soportan pues
encontramos en ellas escenas protagonizadas por animales fantásticos.
En una de las esquinas se encuentra la Capilla de Doña
Mencía. Se trata de un espacio funerario habilitado para contener los sepulcros
de Doña Mencía López de Haro, esposa del rey portugués Sancho II Capelo, de dos
de sus hermanos y de Garci Lasso Ruiz de la Vega.
En
otro de los rincones de este fantástico claustro -junto a la puerta plateresca
de entrada- encontramos dos sepulcros correspondientes a Diego López de Haro,
llamado el Bueno, X señor de Vizcaya (1170-1214) y el de su segunda esposa,
Toda Pérez de Azagra. En ambas tumbas pétreas encontramos la habituales
representaciones propias del siglo XIII con plañidero/as expresando su
aflicción.
En el claustro podemos encontrar varias puertas
monumentales. Una de ellas se denomina de San Juan y es la que da acceso al
templo desde el claustro. Se trata de una estructura renacentista con
decoración plateresca.
Otra se encuentra en la panda oriental del claustro y se
conoce como Puerta de los Reyes, al llevar dos escudos: uno de Castilla y León
y el otro de Navarra. Daba acceso al antiguo refectorio y a la sacristía. Es de
estilo gótico isabelino con vano delimitado por arcos carpaneles superados por
decoración flamígera.
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