San Xoan de Caaveiro es uno de los más pintorescos monasterios de Galicia. Se encuentra en el parque Natural de Fragas do Eume, en el Valle del Río Eume, en la provincia de A Coruña.
El Monasterio de San Juan de Caaveiro, según la tradición, fue fundado por San Rosendo para aglutinar a un grupo de anacoretas que vivían en este lugar tan apartado, allá por la primer mitad del siglo X.
Lo que sí se sabe con certeza es que primero fue un monasterio benedictino altomedieval y que luego pasó a ser colegiata (perteneciendo a los Canónigos Regulares de San Agustín). Tuvo este cenobio gran influencia en toda la comarca de Pontedeume como se comprueba en que en el año 1107, Alfonso VII donó al abad Pedro y a los monjes de Caaveiro todas las posesiones en que estaba asentado el Monasterio. También logra quedar exento de la autoridad del arzobispado de Santiago de Compostela
No se conoce con exactitud en qué fecha se convirtió el antiguo Monasterio benedictino en real colegiata agustiniana. Por varios documentos del siglo XIII sabemos que en Caaveiro, en esa centuria, ya estaban los Canónigos Regulares de San Agustín, pues no se menciona al Abad y a los monjes sometidos a la observancia de la Regla Benedictina, como en los privilegios de Alfonso VII y Fernando II.
Es por ello que se deduce que este cambio se produciría en algún momento de la segunda mitad del siglo XII aunque también se desconoce si fue porque los benedictinos decidieron adoptar la Regla de San Agustín o porque, disuelto el primitivo Monasterio, se reconstruyó con canónigos regulares venidos desde otro lugar.
Tras los interminables
avatares que esta comunidad tuvo durante siglos llegó el abandono en el siglo
XVIII y su ruina en el XIX.
A finales del siglo XIX
(1896) Pío García Espinosa, propietario de amplios terrenos de la zona,
solicita y consigue autorización del Arzobispado de Santiago de Compostela para
la restauración del conjunto, que encarga a López Ferreiro, reedificándose una
de las dos iglesias antiguas y dos de las casas de los canónigos
Descripción de San Juan de
Caaveiro
Hay dos aspectos
fundamentales a subrayar de las ruinas de San Juan de Caaveiro.
·
Lo primero y más importante es el maravilloso lugar donde se
encuentra en un valle rodeado de montes de verdísima vegetación.
·
El segundo aspecto es la notable arquitectura del ábside románico
de la iglesia monacal.
Exteriormente, una
escalera comunica con el arco apuntado que da acceso al atrio, abierto entre lo
que queda de lo que fue residencia de canónigos y el frente de la iglesia.
Sobre este arco hay muro con ventana y rematado por un pequeño campanario
barroco, obra de la escuela de Simón Rodríguez.
La iglesia, o al menos la cabecera y parte de la nave, es románica de finales del siglo XII, con planta rectangular de una nave cubierta de madera y un ábside semicircular cubierto con bóveda de medio cañón peraltado terminada en bóveda de horno. El arco triunfal también es peraltado, descansando sobre columnas adosadas a los muros.
Exteriormente se aprecia el gran desnivel del terreno que existe bajo el cuerpo del templo y el ábside lo que obligó a construir un gran muro cuadrado de apoyo, adosado al barranco, que muestra grandes contrafuertes y que recuerda la articulación lombarda por sus arcos y pilastras.
Por su parte, el propio ábside no es precisamente esbelto ni de gran tamaño. Sin embargo, la habitual buena sillería granítica del románico gallego y la acertada relación de proporciones hace que se nos muestre bastante armonioso.
Tiene este ábside un triple rebanco en degradación y dos columnas con capiteles de pomas que dividen el muro absidal en tres paños o calles. En los paños central y meridional se abren sendos ventanales de doble arquivolta semicircular y de superficie lisa apoyadas en dos pares de columnas acodilladas. El vano del paño norte es sencillo, de medio punto también y aristas vivas.
El saliente tejaroz descansa en las columnas que separan los tramos y en canecillos de variada ornamentación.
Hay que advertir que la bonita pero algo extraña portada principal fue muy modificada (reinventada) en la citada restauración decimonónica, puesto que, según parece, se parecía a la de la iglesia de Bergondo.
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