domingo, 29 de diciembre de 2013

Monasterio de Santa María de L´Estany. Cataluña



Introducción

La pequeña población de L`Estany se localiza en el extremo nororiental de la Comarca del Bages (Barcelona), en un ameno paraje a medio camino entre los núcleos de Vic y Manresa. Sin lugar a dudas, su topónimo evoca la existencia en sus inmediaciones de una laguna natural (“estany” en catalán), desecada artificialmente durante la segunda mitad del siglo XVI ante la constante amenaza de inundaciones que sufría el valle en los meses más lluviosos y, sobre todo, por el foco de epidemias que constituía.

Historia del monasterio

Las primeras menciones documentales conservadas de L`Estany se remontan a finales del siglo X, cuando Sendred, Señor de Gurb, cede al Obispado de Vic, donación confirmada en 1080 por Guillem Ramón de Taradell, quien la entrega ya de manera definitiva al mitrado Vicente Berenguer Sunifred de Llucá para fundar en el lugar un priorato de canónigos agustinos bajo la advocación de Santa María. Hobo que esperar hasta noviembre de 1133 para que la iglesia monacal fuese consagrada, en una ceremonia presidida por el Arzobispo de Tarragona San Oleguer que contó además con la presencia del Obispo de Vic Ramón Gaufred, y su homónimo gerundense Berenguer Dalmau. A partir de ese momento el cenobio no dejaría de crecer tanto en importancia como en extensión de sus heredades, hasta el punto de que en 1264, coincidiendo prácticamente con la finalización de las obras del claustro, Santa María de L´Estany fue elevada a la categoría de abadía.



Desde finales del siglo XIV y, sobre todo, durante el siglo XV, el monasterio fue sufriendo una progresiva decadencia que, además, se vio agravada primero por un incendio en 1395 que obligaría a dispersar a la comunidad durante unos 40 años, y segundo, por sendos terremotos que asolaron la comarca en 1428 y 1448 provocando serios daños en dependencias monacales que, ante la precariedad de recursos, no pudieron ser rehabilitadas. Así, a finales del siglo XVI y ante la decisión del Papa Clemente VIII a instancias de Felipe II de suprimir las canónicas agustinas en su corona, el monasterio fue secularizado  y convertido en colegiata, rango que detentaría hasta el año 1775, fecha en la que tras quedar definitivamente extinguida la comunidad, fue destinada a iglesia parroquial de la población de L`Estany.

El conjunto monacal fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931, siendo sometido entre los años 1966 y 1970 a una profusa labor de restauración.
 
Arquitectura y arte del Monasterio de Santa María de E`Estany

Del primitivo cenobio altomedieval sólo han llegado a nuestros días la iglesia, parcialmente remodelada, y el claustro, mientras que el resto de dependencias ajenas son el resultado de las sucesivas reformas que fue sufriendo el conjunto en siglos posteriores.

La iglesia

El templo responde al prototipo esquema monástico de cruz latina: única de tres tramos, crucero muy marcado en planta, y cabecera rematada en tres ábsides, el central de mayores dimensiones precedido de un tramo recto, y los laterales, reconstruidos en el siglo XX según el modelo original, abiertos directamente a cada uno de los brazos del crucero. El sistema de cubiertas se resuelve mediante una bóveda de cañón articulada por arcos ligeramente apuntados que descansan sobre desnudas pilastras, a excepción del que da acceso al tramo presbiterial, resaltado mediante columnas rematadas en capiteles figurativos. Los ábsides fueron cubiertos mediante cuartos de esfera, mientras que en la intersección de la nave principal y la del crucero, se eleva una cúpula semiesférica sobre trompas que, a su vez, sostenía una torre campanario arrasada tras el terremoto de 1448 y que fue sustituida por la conservada actualmente, de factura mucho más moderna.



El aspecto interior del templo es de considerable sobriedad, animado exclusivamente por una línea de imposta que recorre horizontalmente los muros perimetrales a la altura del arranque de los torales; y por los dos capiteles del arco triunfal, decorados con aves bajo un cimacio de cadeneta trenzada el dispuesto en el lado del Evangelio, y con grifos coronados por una cenefa de tallo ondulante el adosado al costado de la Epístola. Muy llamativas resultan las basas sobre las que se elevan las columnas del mencionado arco triunfal, en las que, pese a lo desgastado de la labra, se adivinan esquemáticas figuraciones antropomórficas y zoomórficas, una de las cuales ha sido interpretada como la escena de Daniel en el foso de los leones.

El ingreso al espacio eclesial se realiza a través de su fachada occidental, algo más tardía que el resto de la fabrica, mediante un sencillísimo vano de medio punto dovelado coronado por un sobrio rosetón de sabor goticista, mientras que es en la cabecera donde se adivina el único guiño decorativo del conjunto exterior: una imposta de taqueado jaqués que, tras enmarcar las roscas de los arcos de las ventanas, se prolonga horizontalmente hasta abrazar todo perímetro absidial. De los tres vanos abiertos en la cabecera, sólo el del ábside central es original, constando de un arco de medio punto sobre columnas rematadas en toscos capiteles decorados con formas vegetales y felinos enfrentados. Las ventas de las reconstruidas absidiolas laterales, reproducen rosetas y formas discoidales de gusto prerrománico. Los muros laterales quedan aticulados mediante robustísimos contrafuertes coincidentes con los pilares interiores, gracias a los cuales, queda perfectamente equilibrado el sistema empujes de la bóveda.

El Claustro

El claustro es, sin lugar a dudas, el elemento más sobresaliente del conjunto monacal de L`Estany, ya que si bien es cierto que en su elaboración no participaron maestros de primer orden, si puede presumir de ser uno de los mejor conservados del románico catalán. Fue erigido en el costado sur de la iglesia, quedando comunicado con ésta a través de una puerta abierta en el segundo tramo del muro del Evangelio.

De planta cuadrangular, se articula en torno a un agradable espacio central ajardinado, disponiéndose en cada uno de sus frentes, sobre un poyete corrido, galerías de diez arcos de medio punto dovelados sostenidos por columnas de fuste cilíndricos coronadas por capiteles historiados. Se inició su construcción a mediados del siglo XII, posiblemente un par de décadas después de la consagración de la iglesia en 1133, pudiendo datarse aproximadamente en ese momento la realización de la panda norte.

Continuarían las obras por el frente occidental, quedando definitivamente cerrado el espacio claustral a mediados del siglo XIII con la culminación de los costados meridional y oriental. Algunos investigadores han retrasado esta última fase hasta finales del siglo XIII e incluso a las primeras décadas del XIV, sin embargo, existe constancia documental a través del “Liber procesionarias monateri stagensis”, conservado en el propio cenobio, de celebraciones de procesiones litúrgicas por el claustro en 1258, aunque no es descartable que dichos ceremoniales, pudiesen ser realizados con alguna de las pandas inconclusas.



De enorme interés resulta el variadísimo repertorio escultórico desplegado sobre sus capiteles, en los que es posible admirar desde cuidadísimas composiciones geométricas y vegetales, hasta un extenso y variado catálogo de figuración zoomórfica y teriomórfica, sobresaliendo por encima del resto, las llamativas escenografía figurativas de temática tanto sacra como profana de marcada intención narrativa representadas principalmente en la panda norte del claustro, revelándose curioso el hecho de que para ellas, quedaron reservadas exclusivamente las caras interiores de los capiteles visibles desde el interior de la galería, circunstancia para nada casual que encuentra su justificación en las mencionadas y documentadas procesiones litúrgicas celebradas por la comunidad en el espacio claustral.

Desde el punto de vista icnográfico, es precisamente el programa plasmado en la panda norte el que mayor atención atrae, ya que sobre sus capiteles fue producida una completa serie de escenas con los ciclos de la infancia y la Pasión de Cristo como temática principal. Se inicia la narración con la historia de Adán y Eva; el Pecado Original y su consiguiente expulsión del Paraíso. Continúa con la escena apócrifa, única en el románico catalán, como es la Presentación de María en el templo para, a continuación, ceñir el relato a los Evangelios Canónicos sucediéndose, con alguna impresión en el cronológico, representaciones de la Anunciación, la Visitación de María a su prima Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Epifanía y la Huida a Egipto. Tras ello, el rigor temporal de la narración se ve intencionadamente alterado para introducir los episodios del Bautismo de Cristo, las Bodas de Canaá, y las Tentaciones del desierto, y así, tras una nueva alusión al Ciclo de la Infancia con el tema de la Matanza de los Inocentes como prefigura del Sacrificio de Cristo, el relato gráfico se centra en el Ciclo de la Pasión, comenzando con la entrada triunfal en Jerusalén, continuando con la Última Cena, el Lavatorio y el beso de Judas, y culminando con la Crucifixión en el Calvario. La serie concluye con la escena de San Miguel y el pesaje de de las almas, temática heredada de la mitología egipcia que fue muy popularizada en programas medievales al resultar idónea para trasmitir la idea de conflicto entre el bien y el mal, una constante en repertorios románticos presente de manera reiterativa en el claustro de L´Estany.

En cuanto a las caras exteriores de los capiteles de la panda norte, el programa queda mucho más simplificado al limitarse la figuración a fórmulas vegetales clásicas en combinación con animales reales y seres fantásticos alusivos al demonio.

En las galerías occidental y meridional, tanto en las caras exteriores como en las interiores, predomina la decoración geométrica y vegetal, resultando prácticamente marginal la figuración antropomórfica, reducida a una escena de caza, a un obispo, y a esquemáticas cabecitas humanas y monstruosas que vienen a transmitir de nuevo un mensaje cuyo hilo conductor es la lucha entre el bien y el mal, un discurso que continúa por toda la panda oriental, la más tardía del conjunto, en la que volvemos a encontrar representaciones sacras ejemplarizantes como la Anunciación y la Maiestas Domini acompañada del Tetramorfos del capitel central, siempre en convivencia con otras de carácter profano que vienen a representar alegorías del pecado personificadas en escenas cotidianas, como puede ser una dama que peina su cabellera (lujuria); o en representaciones de tipo caballeresco en la que un guerrero que encarna la virtud, se bate con un ser cuyo aspecto grotesco le identifica como el maligno.

Sala Capitular

La antigua sala capitular, adosada al costado oriental del claustro, fue convertida en capilla en una de las numerosas reformas que sufrió el monasterio durante la Edad Moderna.

Por último, merece ser mencionada la pila bautismal original de la iglesia, de factura tardorrománica; la majestuosa imagen gótica de Nuestra Señora de L´Estany que preside el altar mayor del templo, y el coqueto museo allí habilitado, en el cual, se exponen diversas piezas litúrgicas procedentes la mayoría del propio tesoro del monasterio, destacando por su especial interés la Sala del Lapidario, en la que se conservan magníficos ejemplares de laudas sepulcrales entre las que destaca una de cronología gótica decorada con una representación del Calvario.

 

 

                                                                                       

                                            

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Monasterio de Santa María de Obarra. Aragón


La iglesia del antiguo Monasterio de Santa María de Obarra es una de las construcciones románicas más primitivas e importantes de todo el patrimonio español.

Se sabe que este cenobio se fundó a mediados del siglo IX, convirtiéndose pronto en importante centro espiritual de Ribagorza.



La iglesia que podemos ver hoy probablemente se edificó entre las últimas décadas del siglo X y primeras del XI en un estilo románico lombardo muy primitivo e inicial.

A ello se debe la tendencia a la horizontalidad. Es de planta basilical, de tres larguísimas naves de desigual altura (la central es más alta). La cabecera tiene tres ábsides de planta semicircular.

La única animación mural es la de las lesenas y arquillos lombardos, que en los ábsides se convierten en nichos muy atractivos estéticamente por sus efecto de claro oscuro.

A unos pocos metros se encuentra otra pequeña ermita románica, la de San Pablo, obra ya del siglo XII.

El conjunto de ambos templos rodeados de altas montañas es un verdadero espectáculo para el ojo y el espíritu.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Monasterio de Azuelo. Navarra


El Monasterio de Azuelo se encuentra en el valle de Aguilar, en la esquina suroccidental de Navarra, muy cercano al límite provincial con Álava.

Del monasterio sólo queda la perfecta iglesia románica del siglo XII.

Se trata de un románico muy noble y de buena época, influido por el estilo jaqués y de Loarre.

 
Tal perfección se manifiesta en las líneas perfectas y armónicas de su arquitectura y la calidad de su escultura monumental, donde las aves cobran un especial protagonismo.

Es de una nave, con bóvedas del siglo XVI, crucero con cimborrio abovedado originalmente con cúpula semiesférica sobre trompas. Actualmente, esa bóveda ha desaparecido y la actual es moderna.




La citada bóveda se apoya en último extremo sobre los arcos torales soportados por cuatro pilares de sección rectangular con columnas adosadas en sus frentes cuyos capiteles muestran hombres y leones.


 El ábside, exteriormente lleva dos contrafuertes y dos impostas horizontales, y ventanales. Interiormente presenta una pulcra y armoniosa estructura clásica de ábside de cuarto de esfera y presbiterio con medio cañón.

En el muro absidal se abren tres ventanales de arco de medio punto sobre columnas con cipiteles de motivos diversos.

Por último, citaremos aquí la gran portada occidental, la principal del templo y no hace muchos años descubierta pues estaba empotrada en un pórtico posterior, según nos cuenta los paisanos de Azuelo.
 


Tiene seis amplias arquivoltas de medio punto decoradas con motivos florales y geométricos. El tímpano es liso salvo por el crismón esculpido en el centro.

Las columnas son cuatro y tienen capiteles esculpidos donde, de nuevo, son las aves las protagonistas. Como curiosidad, el fuste de la columna inferior derecha es estriado a base de zigzags.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Monasterio de San Pedro de Villanueva. Asturias


El Monasterio de San Pedro de Villanueva se encuentra ubicado en el concello de la legendaria y bella población de Cangas de Onís, no muy lejos de los Picos de Europa.



El actual templo de San Pedro de Villanueva es la iglesia de un monasterio románico que nació como cenobio en el siglo VIII, según la tradición.


 
Muestra una magnífica cabecera tripartita con tres ábsides escalonados. El central se encuentra dividido en tres paños  o calles por dos columnas que llegan hasta el alero. En el paño central hay una ventana con arquivolta de medio punto sobre una pareja de columnas con sus respectivos capiteles.

 
 
Los absidiolos son más austeros y muestran sus muros lisos salvo por sendas aspilleras que daban luz antes de ser cegadas.

La fábrica de esta cabecera románica de San Pedro de Villanueva destaca por su perfecta sillería, lo que imprime en sus volúmenes unas sobrias e imponentes formas arquitectónicas.

La portada está, sin embargo, muy ricamente decorada. Tiene cuatro arquivoltas de medio punto con decoración floral y geométrica (el habitual zigzagueado no falta tampoco en San Pedro de Villanueva).

Los capiteles son muy interesantes pues muestran escenas refinadas y galantes, donde la temática amorosa y la caza son protagonistas.   















 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Monasterio de Caaveiro. Galicia



San Xoan de Caaveiro es uno de los más pintorescos monasterios de Galicia. Se encuentra en el parque Natural de Fragas do Eume, en el Valle del Río Eume, en la provincia de A Coruña.



El Monasterio de San Juan de Caaveiro, según la tradición, fue fundado por San Rosendo para aglutinar a un grupo de anacoretas que vivían en este lugar tan apartado, allá por la primer mitad del siglo X.

Lo que sí se sabe con certeza es que primero fue un monasterio benedictino altomedieval y que luego pasó a ser colegiata (perteneciendo a los Canónigos Regulares de San Agustín). Tuvo este cenobio gran influencia en toda la comarca de Pontedeume como se comprueba en que en el año 1107, Alfonso VII donó al abad Pedro y a los monjes de Caaveiro todas las posesiones en que estaba asentado el Monasterio. También logra quedar exento de la autoridad del arzobispado de Santiago de Compostela

No se conoce con exactitud en qué fecha se convirtió el antiguo Monasterio benedictino en real colegiata agustiniana. Por varios documentos del siglo XIII sabemos que en Caaveiro, en esa centuria, ya estaban los Canónigos Regulares de San Agustín, pues no se menciona al Abad y a los monjes sometidos a la observancia de la Regla Benedictina, como en los privilegios de Alfonso VII y Fernando II.

Es por ello que se deduce que este cambio se produciría en algún momento de la segunda mitad del siglo XII aunque también se desconoce si fue porque los benedictinos decidieron adoptar la Regla de San Agustín o porque, disuelto el primitivo Monasterio, se reconstruyó con canónigos regulares venidos desde otro lugar.




Tras los interminables avatares que esta comunidad tuvo durante siglos llegó el abandono en el siglo XVIII y su ruina en el XIX.

A finales del siglo XIX (1896) Pío García Espinosa, propietario de amplios terrenos de la zona, solicita y consigue autorización del Arzobispado de Santiago de Compostela para la restauración del conjunto, que encarga a López Ferreiro, reedificándose una de las dos iglesias antiguas y dos de las casas de los canónigos

Descripción de San Juan de Caaveiro

Hay dos aspectos fundamentales a subrayar de las ruinas de San Juan de Caaveiro.

·        Lo primero y más importante es el maravilloso lugar donde se encuentra en un valle rodeado de montes de verdísima vegetación.

·        El segundo aspecto es la notable arquitectura del ábside románico de la iglesia monacal.

Exteriormente, una escalera comunica con el arco apuntado que da acceso al atrio, abierto entre lo que queda de lo que fue residencia de canónigos y el frente de la iglesia. Sobre este arco hay muro con ventana y rematado por un pequeño campanario barroco, obra de la escuela de Simón Rodríguez.



La iglesia, o al menos la cabecera y parte de la nave, es románica de finales del siglo XII, con planta rectangular de una nave cubierta de madera y un ábside semicircular cubierto con bóveda de medio cañón peraltado terminada en bóveda de horno. El arco triunfal también es peraltado, descansando sobre columnas adosadas a los muros.

Exteriormente se aprecia el gran desnivel del terreno que existe bajo el cuerpo del templo y el ábside lo que obligó a construir un gran muro cuadrado de apoyo, adosado al barranco, que muestra grandes contrafuertes y que recuerda la articulación lombarda por sus arcos y pilastras.

Por su parte, el propio ábside no es precisamente esbelto ni de gran tamaño. Sin embargo, la habitual buena sillería granítica del románico gallego y la acertada relación de proporciones hace que se nos muestre bastante armonioso.



Tiene este ábside un triple rebanco en degradación y dos columnas con capiteles de pomas que dividen el muro absidal en tres paños o calles. En los paños central y meridional se abren sendos ventanales de doble arquivolta semicircular y de superficie lisa apoyadas en dos pares de columnas acodilladas. El vano del paño norte es sencillo, de medio punto también y aristas vivas.

El saliente tejaroz descansa en las columnas que separan los tramos y en canecillos de variada ornamentación.



Hay que advertir que la bonita pero algo extraña portada principal fue muy modificada (reinventada) en la citada restauración decimonónica, puesto que, según parece, se parecía a la de la iglesia de Bergondo.