Introducción
al Monasterio de Santa María la real
Villamayor de los Montes es un pequeño pueblo de 200 habitantes situado en el centro-oeste de la provincia de Burgos.
En este lugar encontramos un interesante monasterio de monjas
cistercienses bastante poco conocido, aunque se halla a pocos kilómetros de la
capital burgalesa y a la orilla de la concurrida autovía A1.
En el siglo XI existían en este lugar un monasterio dedicado a San
Vicente que pasó a manos de Don García Fernández (mayordomo real) y a su esposa
doña Mayor Arias en 1223.
Los nuevos propietarios decidieron reconvertirlo en cenobio femenino
del Cister solicitando a la casa madre de la Orden en España –Las Huelgas de
Burgos- monjas para su fundación. Su objetivo no era otro que ser enterrados en
este lugar para que sus almas fueran beneficiadas por las oraciones de las
monjas, lo que era de lo más habitual durante la Edad Media.
Tras la llegada de las monjas a la capital burgalesa se inician obras arquitectónicas ambiciosas, posiblemente desarrolladas por quienes realizaron la mayor parte de la iglesia de las Huelgas, constructores franceses traídos por Fernando III. La solemne consagración se realiza el 4 de marzo de 1228.
Interior
de la iglesia
Es un edificio de medianas dimensiones que como sucediese en otros cenobios femeninos del Cister debió terminarse de manera más modesto de como se había iniciado.
Está constituido por una sola nave (aunque debieron proyectarse tres), crucero acusado y cabecera escalonada de tres ábsides, siendo el central más alto y profundo con poligonal (hemidecagonal). Los ábsides laterales son cuadrados y de muro de cerramiento plano. Aunque algunos libros vinculan la iglesia de Villamayor de los Montes con el estilo románico, es obvio que su arquitectura es rotundamente gótica.
A pesar de que no es un edificio especialmente alto, el hecho de que
todos los arcos, incluyendo los rasgados ventanales, sean de perfil muy
apuntado provoca ese consabido sentimiento ascensional propio de la
arquitectura gótica.
Todas las bóvedas son de crucería, con delgados nervios baquetonados que reposan sobre finas columnas cilíndricas. Todos parece haber sido construido con una delicadeza y mimo no siempre presentes en la arquitectura cisterciense donde suele prevalecer lo monumental sobre lo ornamental.
Como es preceptivo en el Cister, los capiteles no muestran ninguna figuración, limitándose sus cestas a mostrar una buena colección de hojas carnosas atreboladas.
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El claustro del Monasterio de Villamayor de los Montes tiene mucho que ver con otros claustros del románico tardío cisterciense del norte de Castilla como el de San Andrés de Arroyo (Palencia) o Las Claustrillas del Monasterio de la Huelgas (Burgos).
Una de las agradables notas de este claustro es que se conserva impecablemente. Esta situado en el costado meridional de la iglesia y conserva las cuatro pandas originales –de un solo piso- que forman un cuadrilátero algo irregular.
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Estas galerías se abren al patio central mediante una veintena de
arcos de medio punto cada una, que apoyan sobre columnillas dobles muy esbeltas
y elegantes cuyos capiteles son vegetales y bastantes sencillos en la mayoría
de los casos. Las esquinas están reforzadas por cuatro gruesas columnas
rodeadas, a su vez, por otras cuatros más delgadas.
Una de las curiosidades del suelo de las pandas claustrales es el
empedrado de guijarros, fechable en el siglo XVI, que forma figuras de animales
y cazadores, además del escudo del monasterio.
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Por su parte, en la panda oeste se encuentra el pozo con su brocal cilíndrico.
Juntos a las paredes hay expuestos algunos restos escultóricos y epigráficos de la construcción medieval, además de la lauda sepulcral de una abadesa, donde aparece el cuerpo sin cabeza de la propietaria con una de sus manos sujetando el báculo.
Puerta de las Monjas
También se conserva la puerta que comunica el claustro con el coro de
la iglesia (Puerta de las Monjas,) obra del siglo XIII avanzado, aunque es
evidente que fue alterada o desmontada como se aprecia en la irregularidad de
la curvatura del vano y el desorden de los sillares que la rodean.
Tiene dos arquivoltas apuntadas decoradas a base de combinación de
boceles y escocias que caen sobre dos parejas de columnas de preciosos
capiteles vegetales cuyas hojas tipo crochet parecen despegarse de la piedra.
En conclusión, la escapada al Monasterio de Santa María la Real de
Villamayor de los Montes no decepcionará por su elegante y bien ejecutada
arquitectura.
Además, desde aquí podemos visitar el románico y gótico que abundan en
las Comarcas de Muñó y el Arlanza, como las portadas de Madrigal del Monte y
Madrigalejo del Monte; los enormes templos románico-góticos de Mahamud y
Tordómar o la parroquia de Santa María del Campo, uno de los edificios más
sorprendentes de la provincia.
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