sábado, 26 de julio de 2014

Monasterio de Santa María de Armenteira. Galicia.



Historia de los inicios del Monasterio de Santa María de Armenteira

El primer cenobio debió ser fundado por el célebre abad San Ero en el año 1150. Este personaje es protagonista de una famosa leyenda en Galicia, según la cual estuvo escuchando embelesado cantar a un pajarillo durante trescientos años tras rogarle a la Virgen que le mostrase cómo era el Paraíso. Esta historia se recoge en las Cantigas de Alfonso X el Sabio.


 
Ubicación

Armenteira se encuentra  en una de la laderas repletas de pinos  del monte Castrove, en el Concello de Meis, Pontevedra.

El Monasterio

Tras la fundación original a mitad del siglo XII, paso rápidamente a pertenecer a la Orden Cisterciense, allá por  1162 denominándose Santa María de Armenteira y poco después se iniciarían las principales obras del monasterio, entre ellas la de la iglesia.

Actualmente se encuentra habitado por monjas cistercienses desde 1989. Se conserva en perfecto estado la iglesia. La muralla exterior y otras dependencias, aunque no medievales, como el claustro, del que luego nos ocuparemos.

La iglesia medieval

El templo es un gran edificio de tres naves y cabecera tripartita, con cúpula en el crucero (cosa poco frecuente en las iglesias gallegas) y gran fachada monumental.

En el templo se aprecia, tanto en la planta como en las bóvedas, un mayor apego a las formas románicas que otros monasterios cistercienses más tardíos.

Lo que también denota este templo es que a su magnífica calidad arquitectónica, sus constructores le sumaron deliberadamente una total desnudez ornamental. En esta iglesia no hay concesiones para las “redondeles” románicas. Todo son aristas vivas, prescindiendo de las columnas de los pilares de los interiores y de la cabecera y reemplazándolas por pilastras prismáticas. En ese mismo sentido, no existe ningún relieve figurado, pues sólo se tallaron capiteles –vegetales- en la puerta y los canecillos son anacelados.



Todo un paradigma del rigorismo cisterciense y su obediencia a las normas de San Bernardo de no “interferir” con distracciones ornamentales en la oración y meditación de los monjes.

Las naves

Las tres naves de la iglesia de Armenteira tienen cinco tramos y se separan mediante arcos apuntados que se apoyan en pilares cruciformes con pilastras adosadas.

Las bóvedas de la nave central y el transepto son de medio cañón apuntado.

Las de las naves laterales son de arista.

Como vemos, todavía no se han introducido las bóvedas de crucería muy usadas en las iglesias cistercienses de las últimas décadas del siglo XII, lo que denota que es un edificio cronológica y estillísticamente propio todavía del románico.

El cimborrio y su cúpula

El cimborrio de Santa María de Armenteira es bastante particular y poco frecuente en Galicia como próximamente analizaremos. Se yergue sobre el crucero o intersección entre la nave central y el transepto y sirve como linterna de iluminación al corazón de la iglesia mediante sus cuatro ventanales.

Este cimborrio prismático al exterior se aboveda interiormente por su correspondiente cúpula.

Sobre los arcos torales del crucero que forman un cuadrado se alza la cúpula mediante trompas para convertir su base en un octógono.



Lo más particular es que dicha cúpula se apoya en dos pares de arcos paralelos dos a dos que no se unen en su centro sino que forman un cuadrado. Este sistema es deudor de las cúpulas cordobesas aunque también se usan en otras iglesias románicas españolas como algunas segovianas (San Millán y Vera Cruz). La diferencia estriba en que, se añadieron en Armenteira cuatro nervios que parten desde las trompas a los puntos de intersección de los arcos antes citados.

Cabecera

De monumentales proporciones, la cabecera es un conjunto noble y austero formado por tres ábsides escalonados.



El gran tamaño de estos ábsides y la sillería granítica –prácticamente isódoma- ofrecen un aspecto masivo, casi militar. A ello no es ajeno que los artífices desestimaran las columnas y colocasen anchos contrafuertes en el ábside central. Además, los vanos de iluminación no llevan columnas ni molduras sino el simple abocinamiento para la entrada de la luz. Los canecillos son de perfil de nacela.

Interiormente, los tramos rectos presbiteriales tienen bóveda de medio cañón apuntado y de horno o cuarto de esfera los hemiciclos absidales.

La fachada

Dentro de la calada austeridad de la iglesia de Santa María de Armenteira, la fachada es la parte más “delicada” del templo. El hastial se encuentra dividida en tres calles por dos grandes contrafuertes escalonados unidos por tefaroz. En la calle central se abre una gran portada con seis arquivoltas de medio punto muy amplias que caen sobre pares de columnillas. Estas arquivoltas se encuentran abovedadas y llevan línea de ajedrezado. La última se decora con angrelado y el guardapolvos es también ajedrezado.

Los capiteles de estas columnas muestran hojas con bolas en los extremos.

Por encima, un magnífico rosetón calado ilumina la nave central. Muestra varios juegos concéntricos de vanos lobulados radiales de intención solar, como intentando subrayar la funcionalidad de estos óculos de captación de la luz vespertina.

En los lados de la fachada se abrieron dos puertas más –una oculta- para comunicar directamente el exterior con las naves laterales.


El claustro

El claustro actual es un conjunto construido entre 1575 y 1778 y se encuentra adosado a la iglesia a su costado meridional.

Es de forma cuadrada, de muy austera estampa y tiene dos plantas. Las pandas del piso bajo son básicamente renacentistas y se construyeron desde la citada fachada de inicio hasta 1677.


Las bóvedas de esta planta inferior son de crucería (resabios góticos en plenos siglos XVI y XVII) y son de variada complejidad según en la panda en que nos encontremos. La comunicación de los pasillos con el patio se hace mediante grandes arcos de medio punto.

El segundo piso es neoclásico, más austero, si cabe, que el inferior. Sólo se decora con triples pilastras y ventanales salteados.



Otras partes interesantes son la escalera monumental en el lado oeste del claustro y la cocina del siglo XVIII.

 

     

jueves, 17 de julio de 2014

Monasterio de Santa María de Oseira. Galicia



 

El Monasterio cisterciense de Santa María de Oseira se cuenta entre los grandes monumentos de Galicia. Algunos, por su magnificencia lo denominan “el escorial Gallego”.

Este monasterio, originario del siglo XII, está situado en la provincia de Ourense, en el concello de Cea.


La historia de este cenobio es verdaderamente interesante. Y es que fue la primera fundación de Císter en Galicia.

Ya antes había un monasterio fundado por unos poco eremitas. En 1141 decidieron seguir la Regla Cisterciense y llegaron nuevos monjes desde el propio Claraval.
 
Así el Monasterio de Oseira se convierte en emblema del Císter en tierras gallegas, semilla, que como sabemos, se propagaría en numerosos lugares en Galicia.
 
La iglesia no se iniciaría mucho más tarde siendo  consagrada en el año 1239.



Fueron estos siglos, el XII y XIII,  los de mayor esplendor de Oseira, que empezó a decaer en el XIV.

En el siglo XVI, el Monasterio de Oreira entra en la Congregación Cisterciense de Castilla, comenzando un nuevo período de florecimiento que trajo la renovación artística, impulsora de las obras llevadas a cabo durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

Con la exclaustración provocada por la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, el conjunto románico es abandonado y con ello comienza una progresiva ruina de su arquitectura y el expolio de sus obras de arte muebles.

En el siglo XX vuelven los monjes a Oseira y se emprende una titánica y exitosa labor de restauración y recuperación de este complejo monacal, recuperando el brillo de lo que fuera y es uno de los más famosos ejemplos de arquitectura religiosa española.

 Tiene este monasterio, entre otras muchas dependencias, una extraordinaria iglesia románica, tres claustros de distinta época y estilo y una sala capitular de gran vistosidad.

La iglesia románica tiene planta de cruz latina con tres naves y crucero. Las naves están separadas por pilares con columnas embebidas. La bóveda de la nave central es de cañón apuntado fajones. Los ventanales de medio punto se abren en el arranque de la bóveda. La cabecera imitaba a la de Santiago con girola y capillas aunque hoy están muy alteradas las originales. Sobresale la belleza del presbiterio con una colección de columnas sosteniendo el muro de cierre, como en Moreruela.



En el siglo XIII se construyó un cimborrio con cúpula sobre pechinas en el crucero.

Como era preceptivo en las iglesias cistercienses, la decoración escultórica es prácticamente nula. Esta escasez ornamental parece engrandecer su monumentalidad arquitectónica.

En el siglo XVI se transformó la fachada principal y se replanteó en estilo renacentista, con sillería almohadillada y frontispicio, amén de otros ornatos y esculturas clasicistas.



Al lado meridional de esta fachada de la iglesia y perpendicular a ella, encontramos otra grandiosa fachada, en este caso barroca de influencia compostelana, la del conjunto residencial del monasterio.

Tiene el Monasterio de Oseira, como decíamos, nada menos que tres claustros. El de la Portería. El Procesional y de los Pináculos.

El claustro procesional destaca por las efigies situadas en las arquerías y que representan rostros de personajes históricos.  

La antigua sala capitular es obra del siglo XV y es el elemento más pintoresco del monasterio. Construida sobre planteamientos tardogóticos, es un espacio abovedado por complicadas bóvedas estrelladas, cuyos nervios arrancan de imaginativas columnas estriadas. Estos soportes palmeriformes que se abren en infinidad de nervios, como si fueran ramas de palmera, nos trae al recuerdo los soportes de la lejana lonja de Valencia, también de fecha semejante.