Historia
de los inicios del Monasterio de Santa María de Armenteira
El primer cenobio debió ser fundado por el
célebre abad San Ero en el año 1150. Este personaje es protagonista de una
famosa leyenda en Galicia, según la cual estuvo escuchando embelesado cantar a
un pajarillo durante trescientos años tras rogarle a la Virgen que le mostrase
cómo era el Paraíso. Esta historia se recoge en las Cantigas de Alfonso X el
Sabio.
Ubicación
Armenteira se encuentra en una de la laderas repletas de pinos del monte Castrove, en el Concello de Meis,
Pontevedra.
El Monasterio
Tras la fundación original a
mitad del siglo XII, paso rápidamente a pertenecer a la Orden Cisterciense,
allá por 1162 denominándose Santa María
de Armenteira y poco después se iniciarían las principales obras del
monasterio, entre ellas la de la iglesia.
Actualmente se encuentra habitado
por monjas cistercienses desde 1989. Se conserva en perfecto estado la iglesia.
La muralla exterior y otras dependencias, aunque no medievales, como el
claustro, del que luego nos ocuparemos.
La iglesia medieval
El templo es un gran edificio de
tres naves y cabecera tripartita, con cúpula en el crucero (cosa poco frecuente
en las iglesias gallegas) y gran fachada monumental.
En el templo se aprecia, tanto en
la planta como en las bóvedas, un mayor apego a las formas románicas que otros
monasterios cistercienses más tardíos.
Lo que también denota este templo
es que a su magnífica calidad arquitectónica, sus constructores le sumaron
deliberadamente una total desnudez ornamental. En esta iglesia no hay
concesiones para las “redondeles” románicas. Todo son aristas vivas,
prescindiendo de las columnas de los pilares de los interiores y de la cabecera
y reemplazándolas por pilastras prismáticas. En ese mismo sentido, no existe
ningún relieve figurado, pues sólo se tallaron capiteles –vegetales- en la
puerta y los canecillos son anacelados.
Todo un paradigma del rigorismo
cisterciense y su obediencia a las normas de San Bernardo de no “interferir”
con distracciones ornamentales en la oración y meditación de los monjes.
Las
naves
Las tres naves de la iglesia de Armenteira tienen cinco tramos y se
separan mediante arcos apuntados que se apoyan en pilares cruciformes con
pilastras adosadas.
Las bóvedas de la nave central y
el transepto son de medio cañón apuntado.
Las de las naves laterales son de
arista.
Como vemos, todavía no se han
introducido las bóvedas de crucería muy usadas en las iglesias cistercienses de
las últimas décadas del siglo XII, lo que denota que es un edificio cronológica
y estillísticamente propio todavía del románico.
El
cimborrio y su cúpula
El cimborrio de Santa María de
Armenteira es bastante particular y poco frecuente en Galicia como próximamente
analizaremos. Se yergue sobre el crucero o intersección entre la nave central y
el transepto y sirve como linterna de iluminación al corazón de la iglesia
mediante sus cuatro ventanales.
Este cimborrio prismático al
exterior se aboveda interiormente por su correspondiente cúpula.
Sobre los arcos torales del
crucero que forman un cuadrado se alza la cúpula mediante trompas para
convertir su base en un octógono.
Lo más particular es que dicha
cúpula se apoya en dos pares de arcos paralelos dos a dos que no se unen en su
centro sino que forman un cuadrado. Este sistema es deudor de las cúpulas
cordobesas aunque también se usan en otras iglesias románicas españolas como
algunas segovianas (San Millán y Vera Cruz). La diferencia estriba en que, se
añadieron en Armenteira cuatro nervios que parten desde las trompas a los puntos
de intersección de los arcos antes citados.
Cabecera
De monumentales proporciones, la
cabecera es un conjunto noble y austero formado por tres ábsides escalonados.
El gran tamaño de estos ábsides y
la sillería granítica –prácticamente isódoma- ofrecen un aspecto masivo, casi
militar. A ello no es ajeno que los artífices desestimaran las columnas y
colocasen anchos contrafuertes en el ábside central. Además, los vanos de
iluminación no llevan columnas ni molduras sino el simple abocinamiento para la
entrada de la luz. Los canecillos son de perfil de nacela.
Interiormente, los tramos rectos
presbiteriales tienen bóveda de medio cañón apuntado y de horno o cuarto de
esfera los hemiciclos absidales.
La
fachada
Dentro de la calada austeridad de
la iglesia de Santa María de Armenteira, la fachada es la parte más “delicada”
del templo. El hastial se encuentra dividida en tres calles por dos grandes
contrafuertes escalonados unidos por tefaroz. En la calle central se abre una
gran portada con seis arquivoltas de medio punto muy amplias que caen sobre
pares de columnillas. Estas arquivoltas se encuentran abovedadas y llevan línea
de ajedrezado. La última se decora con angrelado y el guardapolvos es también
ajedrezado.
Los capiteles de estas columnas
muestran hojas con bolas en los extremos.
Por encima, un magnífico rosetón
calado ilumina la nave central. Muestra varios juegos concéntricos de vanos
lobulados radiales de intención solar, como intentando subrayar la
funcionalidad de estos óculos de captación de la luz vespertina.
En los lados de la fachada se
abrieron dos puertas más –una oculta- para comunicar directamente el exterior
con las naves laterales.
El claustro
El claustro actual es un conjunto
construido entre 1575 y 1778 y se encuentra adosado a la iglesia a su costado
meridional.
Es de forma cuadrada, de muy
austera estampa y tiene dos plantas. Las pandas del piso bajo son básicamente
renacentistas y se construyeron desde la citada fachada de inicio hasta 1677.
Las bóvedas de esta planta
inferior son de crucería (resabios góticos en plenos siglos XVI y XVII) y son
de variada complejidad según en la panda en que nos encontremos. La
comunicación de los pasillos con el patio se hace mediante grandes arcos de
medio punto.
El segundo piso es neoclásico,
más austero, si cabe, que el inferior. Sólo se decora con triples pilastras y
ventanales salteados.
Otras partes interesantes son la
escalera monumental en el lado oeste del claustro y la cocina del siglo XVIII.