El de
Leyre es un monasterio milenario que llegó a ser uno de los más importantes de
la España reconquistada y corazón espiritual del Reino de Pamplona.
Se sabe
que existía un monasterio en el siglo IX que fue destruido por los musulmanes.
Luego, a comienzos del XI fue reconstruido y se sabe de una primer consagración
de la iglesia a mediados de ese siglo. Las obras debieron proseguir hasta el
siglo XII. Más tarde, en el siglo XIV sufrió una abrupta ampliación gótica de
las naves por los monjes cistercienses que lo habitaron a partir del XIII.
Tras la
eliminación de las naves románicas y su sustitución por las góticas, de estilo
románico perdura básicamente la enorme cabecera triabsidal –que incluye la
cripta- y la puerta occidental.
De la
primera campaña románica de Leyre data su cabecera, de altísimos ábsides que
engloban, en su parte baja, la cripta.
Aunque
no hay concesiones escultóricas en ella (carece de ventanas decoradas o de
columnas) es magnífica su fábrica, realizada con grandísimos sillares de color
cálido perfectamente aparejados.
La
cripta es uno de los más sugestivos lugares del románico español. Sus bóvedas
de medio cañón se refuerzan con arcos fajones de arco de medio punto muy
peraltados que, a su vez, son soportados por columnas de corto fuste y grandes
capiteles.
La
portada occidental, denominada Porta Speciosa ya es del siglo XII, aunque debió
sufrir una importante intervención posteriormente y se sumaron esculturas de
otros lugares de la iglesia, al estilo de la puerta de las Platerías de
Santiago.
Esto hace que la riqueza escultórica de la Porta Speciosa del Monasterio de Leyre sea verdaderamente espectacular.
La
portada tiene cinco arquivoltas de medio punto que rodean un tímpano esculpido soportado
por una columna parteluz. Este tímpano llevaba siete estatuas, de las que se
reconocen a Cristo, María, San Pedro y San Juan y algunos apóstoles.
Todas
las arquivoltas están decoradas figurativamente así como las enjutas y el
friso superior.
Aunque
se ha estimado la intervención de tres talleres distintos como protagonistas de
esta magna puerta del Monasterio de Leyre, (incluyéndole taller del Maestro
Esteban) en toda ella se aprecia manos expertas que esparcen por todo el
conjunto infinidad de esculturas de exquisita finura.
El
visitante puede perderse entre tanta riqueza por lo que es recomendable una
ojeada detenida y aislando los elementos escultóricos uno a uno, que por la
recombinación posterior citada no tienen necesariamente que tener que ligazón
con las tallas próximas.