domingo, 10 de marzo de 2019

Monasterio de La Oliva. Navarra





Introducción e historia del monasterio

 
El Monasterio de la Oliva es uno de los más importantes y espectaculares cenobios del Císter en España. Su visita supone percibir la grandeza de una arquitectura trascendental en la historia del arte europeo de la Edad Media.

El Monasterio de Nuestra Señora de la Oliva está en Carcastillo, al este de Navarra, muy cerca ya de tierras aragonesas. Su historia se remonta al año 1134 en que fue fundado por García Ramírez.

Los siglos XII y XIII fueron de gran prosperidad para la comunidad cisterciense de La Oliva. Sin embargo, durante el XIX sufrió graves agresiones en la Guerra de Independencia y tras la Desamortización de Mendizábal, lo que provocó su abandono. En 1927 fue de nuevo ocupado por monjes cistercienses y desde ese año ha gozado de una revitalización espectacular.



 

Gracias a la pronta fundación del cenobio, su edificación básicamente pertenece al siglo XII y comienzos del XIII, por lo que La Oliva es de los monasterios cistercienses españoles que mayor carácter románico conserva.


 
 
Del Monasterio medieval quedan importantes dependencias, a saber, su imponente iglesia, el claustro gótico, la sala capitular, la cocina, la sala de los monjes y la capilla de San Jesucristo.

Interior de la iglesia       

La iglesia es un enorme edificio de ascendente claramente románico, por su planta y concepción, a pesar del abovedamiento con crucería. Consta de tres amplísimas naves, más ancha y alta la central, separadas por arcos formeros apuntados que apoyan sobre pilares cruciformes con dos columnas adosadas a cada cara y una en cada codillo. Se trata, por tanto, de una típica estructura hispano-languedociana que en La Oliva se manifiesta con perfecta seguridad. Las columnas pareadas reciben los arcos formeros y fajones y las de los codillos, los arcos cruceros de las bóvedas. Todo el abovedamiento de las naves es, pues, de crucería sencilla.

 
 
La iglesia de La Oliva tiene un larguísimo crucero de cinco tramos y una cabecera de cinco ábsides. El central es precedido por presbiterio abovedado con medio cañón apuntado y el hemiciclo con bóveda de horno reforzada por arcos coincidentes en la clave y que descansan en columnas adosadas al semitambor. Los cuatro ábsides que lo flanquean tienen planta cuadrada.

 

La decoración de los capiteles, como se puede esperar, se limita a motivos mayoritariamente geométricos y vegetales, aunque hay algunos donde afloran cabecitas humanas.

Hay que destacar que los ventanales del claristorio y cabecera son amplios, muy abocinados y de perfecto medio punto.

La fachada occidental        

Si tenemos la suerte de visitar el Monasterio de La Oliva es una tarde soleada, podremos contemplar una de las vistas más sugerentes del patrimonio medieval español. Nos referimos al espectacular hastial occidental gótico de la iglesia que refulge gracias a su piedra rojiza y la buena articulación de sus estructuras.



 
Esta fachada es ya del siglo XIV y parece que reutilizó algunos elementos de la anterior románica, como veremos. La portada es apuntada y con multitud de arquivoltas y columnillas.

En el tímpano de esta puerta gótica hay un antiguo Crismón románico posiblemente reaprovechado de una construcción anterior. Tiene la particularidad de incorporar un Agnus Dei en su interior y estar decorado con la luna y el sol y dos animales y acompañado por dos escenas. Pantocrator y Tetramorfos y la Virgen con el Niño.

 

Los canecillos de la cornisa superior pueden pasar desapercibidos ante la monumentalidad del conjunto, pero es necesario observarlos con detenimiento, mediante prismáticos o teleobjetivo, pues no tienen desperdicio. También se trataría de un elemento románico anterior rescatado de la desaparición cuando se edificó la fachada gótica.


 

Flanqueando la puerta, existen dos grandes rosetones de iluminación de las naves colaterales.




El claustro

El claustro románico del Monasterio de La Oliva también fue sustituido por otro gótico.


 
Las cuatro galerías del claustro tienen abovedamiento de crucería que apoyan sobre grandes arcos apuntados que cobijan la habitual tracería y cuatro arquillos agudos más pequeños. El otro tipo de apoyo lo constituyen las ménsulas de los muros, algunas con muy interesantes escenas esculipdas, como la que muestra a un expresivo Sansón desquijarando al león.



La Sala Capitular         

Afortunadamente se conserva la sala capitular primitiva, una de las más armónicas y bellas del románico español. La entrada se estructura mediante vanos de medio punto sobre columnas románicas.

 

El espacio de la sala es cuadrado y está dividida en nueve espacios por cuatro columnas exentas centrales más ocho columnas situadas junto a los muros.